domingo, 21 de marzo de 2010

Mi olfato

El queso que ayer me comí para el almuerzo olía fatal. Era queso viejo, casi me mata, pero en mi experiencia con el queso, éste ha sido el que peor olía. ¿Cómo puede emitir un olor tan fuerte? Sin embargo, necesariamente, he de reconocer que tenía un sabor fantástico. El queso nunca romperá la regla de que cuanto peor huele, mejor sabe.

A decir verdad, tengo muy buen olfato, sobre todo, funciona muy bien para la comida. Afortunadamente, lo descubrí hace bastantes años.

Cuando trabajaba en un gimnasio como recepcionista, tenía una compañera que era entrenadora. Ella siempre pasaba por delante de la recepción donde yo estaba. Cada vez que pasaba, decía: "¿Quién ha comido ajo? Aquí huele a ajo."

En esa época, me había metido de lleno en el mundo del ajo. Casi todos los días lo comía con pasta. Pero era poca cantidad, la justa para la salsa. Además, yo me esmeraba y ponía especial cuidado para no molestar a los compañeros, es decir, no comía ajo antes de ir al trabajo. Ese es el protocolo que se suele seguir en Japón, es algo que mucha gente cuida una vez que es adulto.

Y me pregunto si ella lo diría pensando que yo era la responsable. Siempre estuve trabajando junto a otra compañera en la recepción. Ella nunca me dijo que percibiera ningún olor a ajo. Así que me quedó suficientemente claro que el olfato de la entrenadora funcionaba demasiado bien.

Imagino que ya lo sabéis. Sí, igual que no me gusta cocinar, a mí tampoco me gusta perder. Su olfato hipersensible encendió mi espíritu de lucha. Desde entonces, empecé a entrenar mi olfato.

La manera de hacerlo era como os voy a explicar a continuación. Siempre trataba de adivinar lo que comían mis compañeros en sus almuerzos. Inesperadamente, el olor se les pegaba en la vestimenta. Así que cuando lo olía cuidadosamente, sencillamente podía distinguir qué olor era.

Cada vez que iba al trabajo, lo entrenaba. Llegó un momento en que descubrí, para mi sorpresa, que ya tenía bastante buen olfato. Un día que trabajaba como siempre en la recepción, me di cuenta de que olía a "Yakisoba". ¿Quién lo estaría comiendo? Lo olía muy claramente. Así que pensaba que alguien que comía "Yakisoba" estaba muy cerca de mí. Pero no había nadie. Sólo estaba conmigo una compañera, pero me dijo que no olía a "Yakisoba".

A pesar de eso, yo tenía confianza en mi olfato, era seguro que olía a "Yakisoba". Así que preguntaba a mis compañeros cuando pasaban por delante de la recepción. ¿Has comido "Yakisoba"?

Al final, un compañero me dijo algo increíble: "Ah, un compañero lo está comiéndolo en la sala de descanso." ¡Bingo! ¡Mira! ¡No menosprecies mi olfato! Entonces mi compañera me dijo con la boca abierta de asombro: "La sala de descanso está súper lejos..."

La verdad es que la sala de descanso estaba muy lejos de la recepción. Además, de por medio habían dos puertas cerradas entre la sala y la recepción. Encima, no había nadie que sintiera el olor a "Yakisoba", excepto yo. Ese fue el día en el que mi olfato floreció.

Lo que quiero decir es que, como tengo muy buen olfato, nadie puede comer algo secretamente a mis espaldas sin que yo lo detecte. Así que después de eso, mis compañeros me avisaban sin falta cuando alguien traía alguna comida.



El almuerzo de hoy 21 de marzo de 2010:
Aperitivo de brécol. Sí, hoy he descubierto su verdadero nombre español.
Plato combinado: Filete de cerdo con huevo frito, tomate natural y pimiento asado con un toque de bonito seco.
Sopa de MISO con alga marina "WAKAME", puerro y zanahoria.
Arroz con zanahoria, jengibre y alga marina "KOMBU".
Elaborado entre fogones por Macarena.

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