miércoles, 30 de junio de 2010

Lo que pasó después con mi compañero hongkonés

Generalmente, nosotros los asiáticos estudiamos en una academia durante bastante largo plazo de tiempo por la razón del visado. Hay mucha gente que sigue estudiando más de seis meses en la misma academia. Así que mientras que hay muchos cambios de estudiantes occidentales, no hay muchos cambios de estudiantes asiáticos. Por consiguiente, los asiáticos llegábamos a ser conocidos entre nosotros, aunque no estuviéramos en la misma clase.

No sé si debo alegrarme o no, pero aparte de mí no hubo más japoneses en mi clase, y eso que estuve estudiando en la misma clase durante cuatro meses seguidos. Después cambié de clase, y en el nuevo grupo de alumnos había muchas japonesas, pero ellas pronto dejaron de seguir las clases por diversas razones. Así que no tuve ninguna amiga japonesa durante mi estudio en la academia donde aprendía español.

Como anteayer os dije, en mi primera clase había tres asiáticos incluyéndome a mí. Una japonesa, una taiwanesa y un hongkonés. También os dije anteayer que mi compañero hongkonés y yo éramos estudiantes con dificultades en la clase de conversación. Por lo menos, yo estudiaba mucho español en casa después de cada clase en la academia. Es que si no, al día siguiente me sería ininteligible todo lo que se trataba. Sin embargo, desde mi punto de vista, ese hongkonés no estudiaba nada de nada. Él no repasó, ni estudió, ni nada de nada. Era increíble que no estudiara nada, incluso aunque fuera el mismo día antes del examen.

Un día, tuvimos un examen escrito sin preaviso, o sea, no podía preparar nada para eso. Me daba súper pánico. Aunque no me importaba sacar buena nota o no, necesitaba la preparación mental. Pero bueno, tenía que hacerlo. Desde mi punto de vista, la reacción era así, ni mal ni bien. Y el resultado fue mejor de lo que imaginaba. Sí, como siempre, saqué demasiada buena nota en el examen escrito. ¡¡¡No sé entonces por qué no podía hablar!!!

En el caso de mi compañero hongkonés, su resultado fue horrible. No era nada sorprendente, es que él no estudiaba nada. Y entonces entendí por qué el profesor puso el examen sin avisar. Él necesitaba una razón para que el estudiante hongkonés cambiara de su clase a un nivel más bajo. Después de ese examen, el compañero hongkonés fue eliminado de mi clase. Sí, él había sido problemático en la clase.

¿Qué pasó con la otra problemática de la clase, o sea, yo? Después de acabar el examen escrito, mi profesor me preguntó: "¿Cómo ha sido el examen?" Yo le contesté: " Ha sido difícil. Tuve muchas dudas." En tal momento, él tenía una sonrisa en los labios. No entendía su significado en aquel momento, pero ya sé que él esperaba que yo tuviera una mala nota para sacarme de su clase. Es que yo era la otra problemática de su clase.

Como ya os hice saber, mi nota fue la mejor de toda la clase y mi profesor no se la esperaba. Así que él no podía eliminarme de su clase, aunque fuera muy problemática en su clase oral. Ah, lo siento muchísimo por no responder a tus esperanzas en aquella época, profesor. Yo misma no lo entendía y ahora tampoco entiendo demasiado la diferencia entre mi nivel de español oral y escrito. Tengo que esforzarme más.



El almuerzo de hoy 30 de junio de 2010:
Pasta pappardelle con pimiento rojo, pimiento verde, anchoas, ajo y cebolla.
Ensalada de lechuga, zanahoria y pepino.
Tortilla de atún con un toque de perejil.
Elaborado entre fogones por Macarena.

martes, 29 de junio de 2010

Agradecimiento a la selección japonesa de fútbol

Ha terminado la copa mundial de fútbol para la selección japonesa. Estaba escuchando los comentarios de los comentaristas al final del partido, uno de ellos decía que había sido un partido soporífero. Bueno, agradezco su aportación a mi vocabulario porque es una palabra que he aprendido hoy después de escuchar por primera vez cómo usaban esa palabra: "soporífero".

Personalmente, estuve muy satisfecha cuando el equipo llegó a los octavos de final. Así que parecía que el partido de hoy era como un regalo. Mi valoración personal es que los jugadores japoneses jugaron muy bien, no me refiero al aspecto técnico sino a su capacidad de lucha como grupo unido. Creo que en Japón están bastante satisfechos de que nuestro equipo llegara hasta donde ha llegado. Siento mucho agradecimiento por su trabajo y esfuerzo. Ciertamente, cada mundial juega mejor la selección japonesa. Así que espero que la siguiente ocasión mejore su resultado.

Después del partido de Paraguay contra Japón, he perdido el entusiasmo momentáneamente. Sin embargo, después de un rato, iba a empezar el partido de España contra Portugal. Así que me he reanimado y con unas amistades he salido a verlo fuera. Hoy he visto un partido de fútbol por primera vez en un bar.

Me gustó mucho ver el partido de fútbol en un bar porque había mucha gente bebiendo mi querida cerveza bien fría. Nos incorporamos y animamos al equipo común. Cuando España ha metido un gol, nos alegramos juntos en voz alta. Estaba muy contenta y me emocionó mucho.

No sabía lo bien que se podía ver y disfrutar el fútbol en un bar. Dentro de poco seguro que vuelvo a ir a algún bar para animar al equipo español. De todos modos, enhorabuena por la victoria de la selección española. Espero que gane mucho más.

Bueno, ¿es que no hay un bar para ver los partidos de tenis? Creo que no estaría mal animar a mi Rafa rodeada de más gente aficionada y compartiendo el mismo espacio.



El almuerzo de hoy 29 de junio de 2010:
Gratinado de macarrones, con carne picada de ternera, cebolla, pimiento rojo, espinacas y queso.
Palitos de pepino y zanahoria con salsa mayonesa y MISO.
Una pieza de pan blanco.
Elaborado entre fogones por Macarena.

lunes, 28 de junio de 2010

¿Por qué los españoles son bajitos?

Cuando acababa de llegar a España, iba todos los días a una academia para aprender español. Había más o menos diez alumnos en mi clase. Tres personas éramos asiáticas.

A veces, se hacía un examen que tenía dos partes. Una parte era el examen escrito y la otra parte era el examen oral. En mi caso, sacaba demasiada buena nota en el examen escrito, o sea, la mejor nota de mi clase. Por otro lado, no podía hablar casi nada en el examen oral. La diferencia era tan grande que estuve muy deprimida.

Sin embargo, el único alumno que hablaba peor que yo en mi clase, como podréis imaginar, también era asiático, concretamente de Hong Kong. La diferencia entre él y yo era que yo me preocupaba mucho por mi español, pero él no se preocupaba nada.

Generalmente, en la clase de oral practicábamos la conversación haciendo parejas. Eso era para mí una auténtica tortura. Es que todavía no entendía bien lo que hablaba el profesor, era imposible entender lo que los compañeros desarrollaban hablando en español. Encima, todavía no podía expresar mi opinión en español. Estaba tan estresada que varias veces sufrí fiebre de origen desconocido.

Lo peor de todo era que el profesor me emparejaba con el compañero hongkonés. Ninguno de los dos teníamos ni idea de hablar en español, así que aunque tratábamos de entendernos no conseguíamos ningún resultado positivo. ¡Dios mío!

Un día, el profesor nos encargó hablar de un tema. Teníamos que explicar por qué los españoles eran bajitos. ¡Qué tema! Dicho sea de paso, aquel profesor no era alto, más bien era bastante bajo. Bueno, a mí no me da la impresión de que los españoles sean bajos. Por supuesto que si comparo a los españoles con los holandeses, puede ser verdad. Así que me sorprendí del tema que había elegido para nosotros, además, me sorprendía que tuviera que hablar del tema con mi compañero hongkonés. Éramos la peor pareja de la clase con diferencia.

Él empezó a opinar y a desarrollar su idea, sin embargo, no me enteraba de nada. Es que parecía que quería decir algo de antropología o ciencia, pero para expresarlo y entenderlo suficientemente, nos faltaba mucho vocabulario.

Lo importante no era lo acertado del razonamiento, sino conseguir expresar la opinión en español durante nuestra clase de conversación. Así que para mí era imposible decir en español algo de ciencia o antropología por aquella época, bueno, por ahora tampoco. Pero el compañero hongkonés quería exponer su opinión científica.

Efectivamente, aunque fuera el profesor, incluso para él también era difícil entender lo que el compañero quería decir. Entonces, de repente, él empezó a hablar en chino mandarín. ¿¿¿Qué pasa??? Había una chica taiwanesa en mi clase. Así que él empezó a hablar con ella en su propio idioma para que ella le entendiera y luego lo tradujera al español.

Fueron súper divertidas las caras de los otros compañeros. Nunca hubiera estado mejor dicho que eso le sonaba a "chino" a todo el mundo. Pero sí, era el verdadero chino. En general, él era bastante callado en la clase, pero en ese momento, se convirtió en súper hablador, así que el profesor también se sorprendió mucho. Y al final, mientras mis dos compañeros hablaban en chino, el profesor me preguntó: "¿Qué están diciendo?"

Bueno, todos los demás compañeros también me miraban y expresaban algo. Pero, aunque tuviese una cara de la misma familia racial, el chino era chino para mí también. Así que no había otro remedio que decirles lo que les dije: "No entiendo nada."

¿Los españoles son bajitos? Bueno, si es así, yo tengo mi propia teoría. Mi opinión es que en España hace mucho calor, así que los españoles no quieren acercarse al sol, por eso no crecen mucho. Por otro lado, los europeos del norte, por ejemplo, los holandeses, quieren acercarse al sol para calentarse, así que el resultado es que crecen mucho. ¿Qué os parece?


El almuerzo de hoy 28 de junio de 2010:
Arroz frito con pimiento verde, ajo y cebolla.
Un filete de carne de cerdo a la salsa de jengibre.
Ensalada de lechuga romana, pepino, zanahoria, surimi y tomate natural con un toque de sésamo.
Elaborado entre fogones por Macarena.

domingo, 27 de junio de 2010

Pedid y se os dará

A mí no me gusta cocinar, sin embargo, desde hace mucho tiempo tenía ganas de tener una olla muy especial. La olla es de una marca muy famosa y tradicional. Y la razón principal por la que quería tenerla es por todo lo que he leído sobre ella en internet.

Aunque no me gusta cocinar, frecuentemente visito unos blogs sobre cocina y además me gusta mucho leerlos. En los blogs sale frecuentemente esa olla de marca famosa. Los escritores presentan la comida con esa olla. Parece que la comida cocinada con esa olla sale muy rica y es fácil usarla para cocinar. Así que yo también tenía muchas ganas de tener una para mí misma.

Sin embargo, conseguirla no fue nada fácil. En primer lugar, me parece una olla súper cara. Bueno, para mí lo es. Es que por el mismo precio podría comprarme catorce o quince cacerolas como las que uso diariamente en mi casa. Bueno, normalmente uso una olla muy económica que puedo comprar en cualquier sitio. Pero esa otra olla de lujo me puede durar toda la vida si la trato bien. Así que me merece la pena. Pero me costó mucho trabajo hasta que decidí comprarla.

En segundo lugar, es una olla que pesa mucho. O sea, no podía confiar del todo en que usaría la olla a causa de tanto peso. Además, originalmente a mí no me gusta cocinar.

En tercer lugar, no se vendía por mi barrio. Tampoco la encontré en los grandes almacenes. Y sólo recientemente la he visto en un establecimiento del centro a mayor precio y en un feo color gris oscuro.

Como pesa mucho, quería sostenerla en mis manos antes de comprarla. Así que por ese motivo no pensé comprarla a través de internet.

Sin embargo, nada de esto me había quitado las ganas de comprarme una en ningún momento. Ya no me importaba tanto si cocinaría algo con la olla o no. Sólo quería tener una igual y seguía deseando conseguir esta olla durante más o menos tres años. Como creía que tendría una algún día, hace un año que me compré dos libros de recetas especialmente para usar esa olla. O sea, ya sólo me quedaba conseguir una.

Por fin, la compré la semana pasada. El diámetro es de 24 cm, pesa más o menos 5 kg, y me encanta su color rojo. Cuesta más o menos 150 euros. ¡Qué cara! Pero ya la tengo.

En realidad, había una oferta incomprensible. Es que el precio de la olla que quería comprar era de 159 euros. Sin embargo, el precio de la olla que quería comprar más dos ollas pequeñas costaba 10 euros menos que la olla sola. Cuando vi esta oferta, en un primer momento, no me enteraba de nada y dudaba mucho si había algún truco o no. ¿Verdad? ¿Por qué comprar la misma olla resultaba más barato si aceptaba que me regalasen dos pequeñas ollas? Soy una buena ahorradora. Sin duda, elegí la oferta de la misma olla más barata y con dos ollas pequeñas de regalo.

Bueno, ahora la olla está conmigo. He aprendido: "Pedid y se os dará". Al final, mi objetivo no era cocinar con esa olla, sino conseguir esa olla. Así que estoy muy satisfecha, pero mi olla todavía está en la caja.



El almuerzo de hoy 27 de junio de 2010:
Ensaladilla de atún, pepino, tomate y lechuga romana.
Berenjena asada con bonito seco y salsa de soja.
Pimiento verde y zanahoria salteados con vinagre balsámico y un toque de sésamo.
Arroz en blanco con UMEBOSHI.
Elaborado entre fogones por Macarena.

sábado, 26 de junio de 2010

Mi salsa de pasta

Antes que nada, os comento que he empezado a responder vuestros comentarios desde la fecha del ocho de junio. Lamento que todavía no he terminado del todo, pero de nuevo quiero daros las gracias por vuestros comentarios.

Últimamente, he hablado sólo sobre el fútbol. Nunca imaginaba que me entusiasmaría tanto por la copa mundial de 2010. Más bien, antes miraba a los aficionados del fúbol con malos ojos. Me he sorprendido a mí misma. La persona es un ser vivo muy cambiable.

Sin embargo, desgraciadamente, lo que nunca ha cambiado y tampoco cambiará en el futuro es la realidad de que a mí no me gusta cocinar. Eso es tan seguro como que las cucarachas nunca se extinguirán en este mundo. Al contrario, si las cucarachas se extinguieran en este mundo, voluntariamente me gustaría cambiarme a una persona a la que le gustara cocinar. Sí, las cucarachas y la cocina son mis dos peores enemigos.

Lo que quiero decir hoy es que aunque no me gusta cocinar, probablemente soy una buena cocinera. Es que la salsa para la pasta de hoy estaba riquísima. Os doy mi palabra, estaba buenísima. Además, no había ninguna receta, es decir, todo ha sido resultado de mi improvisación.

Ahora estoy más segura de que soy una "genia" del arte culinario. Sí, debe de ser verdad. Creo que tengo la obligación de enseñaros mi genial receta de la salsa. Si no os la enseñara, me sentiría muy culpable. ¡La compartimos! ¡La compartimos!

Lo siento. La verdad es que he tomado mucho vino tinto y ahora estoy de muy buen humor. Je, je, je. Soy muy fuerte con la cerveza, por otro lado, soy muy débil con el vino. Así que espero que podáis perdonarme hoy.

¡Qué paséis un buen fin de semana!


El almuerzo de hoy 26 de junio de 2010:
Pasta pappardelle con salsa de nata, carne picada de ternera, espinacas, ajo y cebolla.
Ensalada de lechuga, zanahoria, jamón cocido y cebolla rellena de atún.
Elaborado entre fogones por Macarena.

viernes, 25 de junio de 2010

La potencia del fútbol

¡¡¡Enhorabuena!!! Increíblemente, al final, España se ha clasificado como la primera del grupo. De todos modos, estoy muy contenta y ahora hay posibilidad de que haya un España contra Japón. ¡Qué interesante! Bueno, hoy, desde por la mañana temprano, estaba bastante inquieta. Pero ahora ya estoy tranquila.

La impresión que me da después de los partidos que vi es que la selección japonesa jugaba muy apaciblemente y discretamente cuando la comparo con otros equipos. O sea, en un sentido, era demasiado bien educada para luchar en el escenario internacional. Los otros equipos eran muy agresivos, exagerados, peleones y pendencieros. Hacían llamamientos muy aparatosos. La verdad es que me daban una impresión bastante violenta, pero creo que esa fuerza será más necesaria en el futuro para la selección japonesa.

Hoy estaba viendo el partido de Chile contra España junto a unos españoles. Normalmente, uno de los ellos es un hombre bastante racional y apacible. Sin embargo, en cuanto empezó el partido, él no ha sido ni la sombra de lo que era. Durante el partido, no hubo ningún momento en que estuviera callado, siempre estaba murmurando pero, de repente, ha gritado en voz alta. Ha utilizado unas palabras muy feas, es decir, las palabrotas que normalmente no utiliza. Para ser sincera... ¡¡¡¡Me daba muchísimo miedo!!! De nuevo hoy he vuelto a recordar la importancia que tiene el fútbol en este país.

Ah, como me esperaba, la equipación con la camiseta azul y el pantalón blanco me ha confundido muchísimo. Sea como sea, a España le sienta mejor jugar con el rojo y el amarillo.



El almuerzo de hoy 25 de junio de 2010:
RAMEN con sabor a mariscos, WAKAME, gambas, zanahoria y cebolla con un toque de sésamo blanco.
Ensalada de lechuga, zanahoria y surimi.
Manzana al natural y plátano con un toque de canela.
Elaborado entre fogones por Macarena.

jueves, 24 de junio de 2010

Con vuestro permiso

Ante todo, os doy las gracias por todos los comentarios que habéis compartido esta semana. Es que no era fácil escribir sobre esta experiencia, y si lo hubiera hecho en una sola entrada seguramente hubiera sido larguísima y muy aburrida. Espero no haberos molestado.

Por razones ajenas a mi voluntad, no pude atender vuestros comentarios. Voy a contestarlos cuanto antes. Tened en cuenta que no soy rápida leyendo español. Y me cuesta bastante redactar en castellano porque mi lengua materna no se le parece nada.

Y gracias por preocuparos por mis almuerzos. Nunca había pensado que hubiera tanta gente que esperara mis fotos de la comida. Me alegro mucho. Lamentablemente sigue sin gustarme nada cocinar, pero desde mañana voy a reanudar mis labores culinarias como siempre.

Es que hoy no había nada en mi frigorífico, encima, no tenía ganas de ir al supermercado porque además me encuentro pachucha, para colmo, estaba enganchada a la tele por el partido de fútbol del mundial.

Durante una semana, no cociné nada de nada. ¡Fue fantástico! Pero no os preocupéis, comí mucho y bien.

Hoy he escuchado la noticia del accidente de tren y los pasajeros arrollados. Era el resultado de no respetar las reglas. Me sorprendí bastante, pero es que me parece que no estaba equivocada, aunque es una verdadera pena.

Lo que me llama la atención es que según una encuesta de la radio, en España el 77 por ciento de la gente reconoce que no respeta las reglas de tráfico, sólo el 12 por ciento dice que las respeta y un 11 por ciento se queja de que las señales son confusas o incorrectas.

Como una futura conductora de automóvil, creo que esta información es muy importante porque demuestra que puede ser muy peligroso e inseguro conducir el coche si nadie respeta las reglas. Parece que hay muchas ocasiones en que se pueda atropellar a alguien. Ojalá, mucha gente llegue a respetar las reglas después de escuchar una noticia como ésta. Y si hay un mal señalamiento del tráfico, quiero que lo arreglen cuanto antes.

Ah, con vuestro permiso ya estamos en los octavos de final. ¡Sí, hemos ganado! Y por supuesto que os esperamos. Bueno, mañana animaré a España. ¡¡¡Espero muchísimo de la selección española!!!

miércoles, 23 de junio de 2010

Por fin, una conclusión

Me gustaría compartir con vosotros lo que aprendí a través de tal discusión.

En primer lugar, tengo que tener conciencia de que llego a ser muy contestona después de tomar muchas cervezas. Eso no está nada bien como un comportamiento adulto. Ya soy adulta, así que tengo que comportarme bien. Tengo que tener cuidado con la cerveza.

En segundo lugar, la gente que nos lanza la palabra "¡china!" no es sólo porque sea maleducada. Como ella dijo, sería cuestión de sensibilidad, falta de conciencia y la diferencia de culturas.

Porque otras amigas que estaban allí viviendo esa situación me dijeron luego que si alguien me lanzaba esa palabra "¡china!", yo tenía que replicarle a esa gente con las palabras más fuertes, y ya está. Ese pensamiento era totalmente "ojo por ojo, diente por diente".

Además, desde mi punto de vista, las españolas que conozco utilizan muchas palabrotas en la vida corriente. Las usan tanto los niños como los mayores. Es tan corriente que no tiene importancia el sentido de la palabrota. O sea, las palabrotas se utilizan tanto en los insultos como en las expresiones cariñosas. En ese punto, Japón es totalmente diferente. Creo que nosotros utilizamos las palabras con mucho más cuidado.

Lo que quiero decir es que entre los japoneses y los españoles parece que hay una gran diferencia al sentir las palabras que recibimos. Como los españoles están muy acostumbrados a utilizar las palabrotas en la vida corriente, no se sienten tan incómodos como los japoneses. O sea, insultar a los demás puede que sea más ligero en España que en Japón.

En muchas ocasiones escucho que alguien se dirige a su amigo obeso con la palabra "¡Gordo!". Creo que esa es una expresión cariñosa porque no pasa nada entre los españoles que se conocen bien, pero aunque sea así, para mí todavía suena muy fuerte, me choca mucho. Algunos españoles utilizan este tipo de expresiones y otras mucho más malsonantes, y es que no pasa nade entre ellos, aunque sea una palabrota.

Por otro lado, los japoneses no utilizan esta expresión en japonés, es que suena mal y fuerte. Esa es una diferencia entre nosotros y vosotros. No quiero decir que uno sea mejor que otro, quiero decir que hay una diferencia evidente y creo que eso es por la cultura o la historia, etc.

En conclusión, me molestaba cada vez que me lanzaban la palabra "¡china!" porque pensaba que ellos pretendían insultarme con esa palabra, pero si pienso que es por la diferencia de la cultura lingüística, mi punto de enfado quizás sea desmesurado.

Bueno, eso es todo. Yo he podido conseguir una nueva forma de pensar, así que, al final, fue una experiencia positiva. Y seguro que yo he roto esa imagen de las japonesas que tenía esa española. Debió sorprenderle mucho que hubiera una japonesa tan contestona. Ojalá que ahora no le de por generalizar diciendo que las japonesas son muy contestonas como yo porque ella conoció a una japonesa así.

Solamente tengo dudas de si necesito utilizar las palabrotas en el sentido cariñoso como las usan "en general" muchos españoles. La verdad es que suenan muy fuerte para mí. Pero para españolizarme mejor creo que tendré que dominarlas.

martes, 22 de junio de 2010

Los japoneses opinan diferente

Como discutimos en voz tan alta, los amigos se nos acercaban y nos preguntaban qué pasó. Ella les explicó que yo decía que "¡china!" era un insulto, pero que para ella no era un insulto, sino una expresión corriente aquí. Yo les expliqué que gracias a ella, había descubierto que los españoles no tenían ninguna sensibilidad como persona desde el punto de vista de los japoneses, así que entendí que si decir "¡china!" en plena calle no era un insulto, era por la vulgaridad de los españoles, aunque ellos no se dieran cuenta.

Desgraciadamente, la mayoría de los amigos estaban de acuerdo con el argumento de ella, o sea, que decían "¡china!" porque no podían distinguirlas de las japonesas. Así que tenía que darles un ejemplo.

Yo: "Vale. Ya veo que "¡china!" es un ejemplo difícil para vosotros. Si algún desconocido os lanza por la calle la palabra ¡gorda! o ¡fea!, decidme... ¿Cómo os sentís? ¿No son insultos? ¿O no podéis distinguir un "gordo" de un "delgado"? Así que por eso lanzáis esa palabra por la calle. Y además sentís la imperiosa necesidad de hacérselo saber a todo el mundo."

En el tablón de Internet que yo visito todos los días, se escribe a diario para los japoneses sobre cualquier asunto de España.

Muchas veces salía el tema de la palabra "¡china!" que nos lanzan por la calle. Porque hay muchos japoneses y japonesas que experimentaron y siguen experimentándolo en este país. Y a algunas personas les molesta mucho y se sienten muy heridas, para colmo, no pueden soportar quedarse en este país por esta palabra y la actitud que se esconde detrás. Así que sale ese tema frecuentemente en ese tablón para compartir nuestro sentimiento o buscar algún remedio y apoyo.

Los japoneses se dividen en tres grupos de opinión sobre la exclamación "¡china!".

El primer grupo dice que si sientes que "¡china!" es un insulto y lo sientes como ofensivo, es porque tú tienes un sentimiento de insultado cuando te asocian con ese país. Así que si te sientes ofendido, es por ti mismo.

El segundo grupo dice que si te molesta mucho que te digan "¡china!" es porque los japoneses y los chinos son diferentes y no quieres que se confundan los dos países. China no les gusta.

En tercer grupo dice que si les da igual decir "¡china!" o "¡japonesa!". No es una cuestión de la nacionalidad. Es un insulto, queda totalmente claro por su tono de voz y su actitud. De repente, por la calle, un desconocido te lanza un insulto. ¿Por qué no nos iba a molestar?

Aunque todas las opiniones son de los japoneses, son muy diferentes. Somos también diferentes. Dicho sea de paso, yo pertenezco al tercer grupo. Me molesta porque lo considero un insulto aunque sea "¡japonesa!" veo detrás de esa palabra la mala intención de la exclusión.

Pero a través de la conversación con una española descubrí una cosa importante y se me cayó la venda de los ojos. Aunque en esa situación, yo le dije muchas cosas de forma bastante ineducada, gracias a ella, me di cuenta de algo muy importante. La verdad es que ahora se lo agradezco mucho sinceramente. Sólo falta mi conclusión final.

lunes, 21 de junio de 2010

La pescadilla que se muerde la cola

Recuerdo que hablaba con unos españoles aunque no me acuerdo sobre qué. Ella empezó a hablar a los españoles sobre su conocimiento sobre las japonesas. Ella volvió a explicarse así: "Las japonesas son muy sensibles, no funcionan nuestras bromas. Yo tenía una compañera japonesa de trabajo. Así que conozco bien a las japonesas." En este momento, yo no fui igual que antaño, además tenía ayuda de mi cerveza. Estaba totalmente preparada para opinar en español. Y en fin, empecé a expresar mi opinión.

Yo: "La broma es muy difícil de entender, sobre todo, entre diferentes culturas y diferentes idiomas. Aunque sea una broma corriente para vosotros, dependiendo de tu cara y tu tono de voz, es posible que no podamos recibir tus palabras como una broma. Así que quizás tu compañera sea muy sensible, o quizás tu cara y tu tono sean demasiado serios para una broma. Por eso no puedes genelarizar diciendo que las japonesas son demasiado sensibles. Depende de las personas y depende de las situaciones."

Ella: "No, no. Las japonesas son muy sensibles. Es verdad."

Yo: "¿Qué tipo de broma le dijiste a tu compañera japonesa?"

Ella: "No dije nada malo. Aquí usar las palabrotas es muy normal. Es una expresión cariñosa."

Yo: "Bueno, pero si tú dices palabrotas con tu cara seria y tu tono de voz muy serio, será posible pensar que no es una broma. ¿No puedes imaginar ese punto de vista?"

Ella: "¿Quieres decir por mi cara? Yo le dije a ella una broma como siempre se lo digo a los demás. Así que no es por mí, sino porque las japonesas tienen demasiada sensibilidad."

Creo que me puse muy enfadada con su generalización. Así que en ese momento llegué a ser una contestona profesional. No dejé de hablar con ella. Encima, empecé a opinar generalizando sobre los españoles.

Yo: "Vale, ahora he entendido muy bien por qué los españoles nos lanzan la palabra "¡china!" o "¡chinita!" por la calle. Es que vosotros no tenéis tanta sensibilidad como la que tenemos nosotros. Así que no podéis pensar qué sentimos cuando nos lanzáis tal palabra por la calle. Por falta de sensibilidad."

Me di cuenta de que, aunque pensaba que nunca le había dado tanta importancia, me molestaba y, en el fondo de mi corazón, me daba mucha rabia recibir la palabra "¡china!" por la calle. Es que ese tema salió de mi boca en ese momento, aunque ella no me dijo "¡china!" Pero no me esperaba su respuesta.

Ella: "Porque nosotros no podemos distinguir a las chinas de las japonesas."

Hay mucha gente que contesta así sobre "¡china!", sin embargo, eso se desvía totalmente del punto de ese tema. Por eso siempre tenía que plantearlo de otra manera.

Yo: "Un momento. Nosotros tampoco podemos distinguir si tú eres española o portuguesa, o bien, italiana. Pero en ese caso, no te lanzo la palabra "¡portuguesa!" o "¡española!" por la calle. "Gritar ¡china!" por la calle es un insulto porque tiene la intención de molestar y ofender. ¿Te has parado a pensar si a una china le hace gracia que le digan china cuando va por la calle? ¿Qué necesidad hay de decirlo?"

Ella: "No es un insulto. Es una expresión de cariño."

Aunque yo me quedé sin palabras, ella continuó.

Ella: "Mira, yo tengo un sobrino. Él parece muy coreano."

Aunque ni siquiera yo puedo distinguir siempre a un coreano de un japonés o de un chino.

Ella: "Nosotros le llamamos ¡coreano! Y él está muy contento porque eso se lo decimos con cariño."

Me quedé boquiabierta, es que había cambiado de tema totalmente. ¿Quién dijo que mis conocidos me lanzaban la palabra "¡china!" por la calle?


Yo: "Tu caso y mi caso son diferentes. La gente que me lanzó la palabra "¡china!" era completamente desconocida. ¿A pesar de ello, era un cariño?"

Ella: "Depende del tono."

Bueno, tenía que explicarme mejor con unos ejemplos ilustrativos.

Yo: "Es un insulto. Mira, te doy un ejemplo. "¡Vaya con la china de los huevos!" ¿Con esas palabras también piensas que es un cariño?"

Ella: "Depende."

Yo no me lo podía creer. Ella trataba de justificar lo injustificable.

Ella: "Estás equivocada. Nosotros utilizamos esas palabras como una expresión cariñosa. No pasa nada por utilizar esas palabras entre nosotros."

Yo ya me había vuelto una contestona y, además, profesional. Así que no pude callarme.

Yo: "Te entiendo muchísimo. Hasta ahora no había entendido nada bien por qué los españoles nos lanzan esas palabras para insultarnos por la calle. Gracias a ti, lo entiendo muchísimo más. Es que a vosotros no os pasa nada por la cabeza al utilizar las palabras, aunque nos siente mal, porque vosotros no tenéis una sensibilidad como nosotros. Por eso no podéis imaginar el sentimiento de los demás. Nosotros somos muy "sensibles", así que siempre somos capaces de tener consideración con los demás, aunque sean diferentes."

Ella: "¿Qué dices? ¡China no es un insulto! Lo decimos porque nosotros no podemos distinguir si sois japonesas o chinas. ¿Ves como sois demasiado sensibles?"

Volvió al principio. Esto no era lo que me habían dicho. Esta vez, yo no paré.

Yo: "No te preocupes. Estoy muy contenta. Porque he entendido perfectamente por qué los españoles dicen así. Tú me has enseñado perfectamente. Es que los españoles no son nada sensibles, no tienen nada de sensibilidad, dicen esas palabras como les da la gana. ¿Verdad? ¡Muchas gracias! Ya sé que los españoles no son nada sensibles."

Ella siguió repitiendo que los españoles no podían distinguir quién era japonesa o china, así que ella defendía que si me dijeran "¡china!" por la calle, no era un insulto. Como mucho sólo una equivocación. Ya no había ningún remedio para la gente que insistía así. Es que era un punto totalmente diferente. Nunca saldría de ese bucle en nuestra conversación si ella siguiera con su mismo argumento.

Aunque estaba bastante excitada, por otro lado, estaba contenta porque descubrí algo que antes no había conocido. En un momento, sentí que se descubrió una respuesta que buscaba hacía mucho tiempo. Así que no es una mentira que me sintiera contenta.

Ahora estoy cansada, pero mañana voy a seguir un poco más.

domingo, 20 de junio de 2010

La cerveza es mejor que la máquina de la verdad

Hace un mes que vi a esa española por tercera vez. Fue el día que llegué a ser una contestona profesional. Gracias a escribir mi blog todos los días, voy entrenando mucho mi español. Aunque todavía no tengo total confianza en mi español oral, ya no tengo tanto miedo como antes cuando hablo con alguien. Además, ese día, me ayudó mucho mi querida cerveza. Con ella, puedo hablar bien, más bien, puedo llegar a ser intrépida, aunque no sé si está bien o no. Por lo menos, desde mi punto de vista, para hablar español me funciona "bien".

Como yo era la única japonesa, más bien, la única extranjera en aquel sitio donde estuve, como es normal, llamaba mucho la atención de los demás que no venían con nosotros. Lo que me interesaba mucho era que la gente se fraccionaba en dos grupos. Uno era el grupo de personas al que yo le interesaba como una extranjera y que me dirigía la palabra. Otro grupo era el que se mostraba extraño y que no quería acercárseme nunca, más bien, quizás quería evitarme porque yo era una extranjera.

Generalmente, había muchos casos en los que los españoles me dirigían la palabra, pero pocos casos en los que las españolas me dirigían la palabra. Así que a mí me daba la impresión de que los chicos españoles serían más abiertos que las españolas, o bien, probablemente lo eran por mi cara "guapa" en un país limitado a las caras autóctonas. Bueno, esto último es una broma. No os lo toméis en serio.

En esa situación, estaba hablando con unos españoles. Y ella se me acercó y empezó a hablarme. Ya no recuerdo exactamente nuestra conversación, pero me preguntó si yo estaba pasándomelo bien y si estaba disfrutando. Yo le contesté que sí estaba disfrutando mucho.

Todavía entonces, no había imaginado nada de lo que pasaría después, me convertiría en una contestona. Justo antes del encontronazo, empezó una conversación desagradable entre una japonesa y una española. Entonces, ya había tomado bastantes cervezas, así que me hacían muy fuerte mentalmente, no me daba ningún miedo hablar español con desconocidos, además, no le extrañaría a nadie. Gracias a las cervezas, ya no era tímida.

Bueno, en una palabra, tomé demasiadas cervezas. Afortunadamente, no me emborracharía, más bien, me pondría atrevida. Bueno, entonces, demasiado atrevida.

Eso es una cosa que tengo que reflexionar sobre mí misma.

sábado, 19 de junio de 2010

Sensible al ruido de España

Después de tal experiencia, la vi de nuevo hace medio año. Entonces, cenábamos bastante tarde en un bar. En total éramos diez muchachas, ocho españolas y dos extranjeras. Fue durante la época de la Navidad.

Cuando casi habíamos acabado de comer la cena, empezamos a cantar los villancicos navideños en nuestra mesa. Como yo no sabía las canciones, sólo escuchaba y observaba a las españolas. La chica de carácter fuerte empezó a golpear una botella de vino con un cuchillo como si fuera un instrumento de percusión. Cuanto más fuerte sonaba, más contenta estaba ella. Seguro que nosotras éramos demasiado ruidosas, es que muchas veces la gente del bar se nos acercaba y nos pedía que bajáramos el volumen de nuestro ruido.

Sin embargo, ellas no dejaron de cantar ni de tocar la botella. No sé si les daba igual o si no habían escuchado nada de lo que decía la camarera. Siguieron cantando en voz alta. Al final, la camarera abandonaría, y se acabó conformando con pedirnos que termináramos a las doce de la noche.

Las caras de las españolas eran todas sonrisas, parecía que estaban satisfechas de todo corazón. Y creo que soy "demasiado sensible", es que estaba muy incómoda preocuándome por nuestro ruido. Así que mi segunda impresión de ella tampoco fue positiva, aunque tampoco era muy negativa.

Bueno, estas dos situaciones eran las que viví con esa española antes de que yo llegara a ser contestona. Lo que pasa es que desde el primer encuentro con ella, yo no tenía ninguna impresión positiva de ella. Más bien, ella no iba bien con mi carácter. Creo que eso sería una causa que provocaría más adelante nuestro desencuentro total en un suceso intercultural.

Voy a escribir lo que exactamente pasó ya hace un mes contando desde mañana.

viernes, 18 de junio de 2010

Un árbol no hace un bosque

Ella me dijo: "He trabajado con una japonesa. También he trabajado con una china." Ella siguió: "Cuando yo le dije una broma a mi compañera japonesa, ella se tomó mi broma muy seriamente y estuvo a punto de llorar. Las japonesas son muy sensibles, demasiado sensibles. Por otro lado, las chinas pueden reírse incluso de sí mismas, tomándolo como un tema de broma."

Yo no tenía la mejor intención de decirle algo, es que no sabía qué tipo de broma le lanzó ella a su compañera japonesa y en qué situación lo hizo. Sin embargo, le dije que creía que dependía de cada persona, así que no pensaba que todas las japonesas fueran demasiado sensibles como ella decía. Su respuesta fue así: "No. Yo lo sé. Las japonesas son demasiado sensibles, no entienden las bromas."

En mi experiencia, ella era la primera española que aseveraba tal característica sobre las japonesas. Como en aquella época mi español no se había desarrollado suficientemente para mantener una conversación positiva con ella, no le dije nada más y sólo le sonreí. Aunque por otro lado, me sorprendía su insistencia en limitar su opinión sobre las japonesas a su experiencia trabajando con una compañera suya. Y mi impresión sobre ella era que parecía que no hacía ningún caso de los demás.

Lo que pensaba entonces era que qué fuerte eran las españolas y me daba miedo hablar con las españolas. Sí, yo también estuve casi a punto de generalizar sobre las españolas sólo por la actitud de una española.

También ella es la única persona que me hizo el gesto de estirarse con sus dedos los párpados de sus ojos hacia los dos extremos para expresar los rasgos fisicos de los asiáticos. Le pregunté que por qué hacía un gesto así. Y ella me dijo: "¡¡¡Es que los asiáticos son así!!!"

He escuchado que aquí en España, ese gesto que se usa para expresar los rasgos fisicos de los ojos de los asiáticos no significa nada de insulto, ni ofensa. Más bien, es una expresión de simpatía. Aunque sea así, yo, personalmente, no me siento nada bien. Creo que eso me choca por la educación que recibí yo. Una regla básica de la educación que recibí siendo niña es que referirse a un rasgo corporal de los demás está mal visto, es un gesto de descortesía y una falta de educación.

Así que imagino que eso sería por la diferencia de educación entre Japón y España, aunque no sé si enseñan estas cosas en España o no. Bueno, yo no me sentía ofendida, pero sí muy incómoda. Es que si es por la diferencia de educación entre los dos países, ella lo hacía sin querer, más bien, pensé que quizás lo expresara por simpatía. Aunque si yo estuviera en su posición, me pondría en el lugar de la otra persona, y trataría de imaginar qué se sentiría si hiciera algo así, y no lo haría. Pero creo que eso es porque las japonesas serán "demasiado sensibles".

De todos modos, mi primera impresión sobre ella no era nada positiva, aunque tampoco era muy negativa.

jueves, 17 de junio de 2010

El día que me convertí en una contestona profesional

Ante todo, quiero deciros que este texto es un reportaje de un suceso de hace un mes. También es un texto de reflexión sobre mí misma. Probablemente, haya algunas expresiones inadecuadas y quizás haya gente que se sienta mal. Así que si no queréis sentiros mal, no os recomiendo leer este texto. Sin embargo, ese suceso me hizo darme cuenta de una cosa nueva. Así que para no olvidarlo y no repetir una tontería así, necesito anotarlo para mí misma. Pido disculpas de antemano si alguien siente herida su sensibilidad.

En resumen, yo alterqué con una española. Mientras que estaba altercando con ella, estaba plenamente segura de mí misma, o sea, pensaba que yo tenía razón. Por eso llegué a ser contestona. Pero ahora que miro atrás, me doy cuenta de que tengo muchas cosas que reflexionar sobre mí misma. Así que me gustaría anotar qué sucedió y qué pienso ahora. Al principio, voy a explicar un encuentro con esa española, pero por supuesto que todo es desde mi punto de vista.

El día que me encontré con ella por primera vez fue hace una año, durante la Semana Santa. Mi primera impresión de ella fue que parecía tener un carácter algo fuerte, o sea, me chocaba un poco. Es que para mí su forma de hablar era en tono agresivo, aunque no fuera su intención, esa era su forma natural.

Había varias razones por las que me dio una impresión así, por ejemplo, ella empezaba a hablar de lo que le daba la gana y a su ritmo, aunque interrumpiera a otra persona que estuviera hablando. Creo que este estilo de hablar toda la gente a la vez es algo frecuente en España. Además, cuando su amigo daba una opinión que era contraria a la opinión de ella, ella la rechazaba totalmente y no paraba hasta que se salía con la suya, hasta que él aprobara la opinión de ella como la correcta.

Al principio, pensaba que era alguna broma en una conversación entre amigos, pero me parecía que ella estaba demasiado seria. Ella estaba enojada seriamente y necesitaba tener toda la razón. El caso es que como no se solucionaba entre ellos dos, ella empezó a insistir en su opinión a otras personas de su alrededor para ganarse el apoyo de ellos: "¿Yo tengo razón, verdad? Yo tengo razón. ¿Verdad?" Con su cara y su ánimo vehemente, no había otro remedio que declararse a su favor para no discutir.

En aquella época, todavía estaba lejos de llegar a ser una contestona profesional. Encima, no podía hablar bien español. Así que con ella, yo pasaba más tiempo escuchándole que diciéndole algo. Esa chica española era una rival contra la que yo llegué a ser una contestona profesional.

miércoles, 16 de junio de 2010

Un desastre

He tenido que salir de casa a la hora del partido de fútbol. Me ha dado mucha pena perderme el partido del equipo del que espero mucho en esta copa mundial. Pero bueno, también tengo más cosas que hacer en mi vida.

En la ciudad donde yo vivo había muy poca gente por la calle a la hora del partido. En la tienda que he ido tampoco había clientes. Estaba andando por la calle pensando que todo el mundo estaba mirando la tele.

Pero cuando me he asomado en algunos bares, tengo que decir que estaban llenos de gente que estaba mirando en la misma dirección. Sí, por supuesto que todos estaban mirando el fútbol.

Lo que me extrañaba era que había demasiado silencio. Nadie estaba jaleando ni gritando. Todos estaban muy concentrados en la tele y era como si no fueran los españoles.

He tenido una mala corazonada. Parecía que estaba ocurriendo algo extraño. He visto dos turistas llevando la camiseta de Suiza. Estaban sacándose fotos con grandes sonrisas. Me he convencido de que ha ocurrido lo que no me había esperado.

La ciudad de hoy era como si fuera otro mundo, una ciudad fantasma que se veía envuelta en silencio. Cuando he llegado a casa, he consultado Internet, no cabía duda.

¡¡¡Qué desastre!!! ¡¡¡Por favooooooor!!! Me he quedado boquiabierta. La siguiente, será la siguiente, sé que podemos, lo espero. ¡¡¡Ánimo a la selección española de fútbol!!!



El almuerzo de hoy 16 de junio de 2010:
Emparedados de jamón cocido, queso y pepino.
Ensaladilla de nabo, jamón cocido, pepino, tomate y cebollitas con un toque de bonito seco.
Salchichas a la plancha con cebollas rellenas de atún con la salsa barbacoa.
Nectarina.
Elaborado entre fogones por Macarena.

martes, 15 de junio de 2010

¿Qué es una pija?

Acababa de empezar a vivir en España cuando un español dirigió mi atención hacia un grupo de jóvenes y me explicó que "ellos eran pijos." Como no sabía nada sobre el significado de la palabra "pijo", pensé que "pijo" significaba "rico". Es que ellos me dieron la impresión de que estaban siendo criados entre algodones por esa forma de vestirse tan "bien". O sea, supuse que ellos habían nacido en una familia rica y ahora también eran ricos. La impresión que me dieron no fue nada negativa.

Otro día, un español me dijo lo mismo señalando hacia un grupo de treintañeros y cuarentañeros: "Ellos son pijos." Como ya había pensado que "pijo" significaba "rico", estuve convencida de que mi entendimiento de la palabra "pijo" era el correcto. Es que ellos se vestían muy bien, con una corbata y una camisa de puños blancos, algunos se ponían también una chaqueta. Todos estaban peinados de una forma peculiar, sus cabellos parecían mojados, brillaban a la luz y no se movían nada. Ninguno de ellos aparentaba ser pobre ni de lejos, o sea, más de cerca, una vez que miraba sus gestos, me parecían aún más ricos. Tampoco fue la impresión negativa.

El día que consulté mi diccionario para saber exactamente la definición de la palabra "pijo" me sorprendí mucho. Es que el diccionario explica que se usa con un sentido despectivo. ¿Por qué tiene un sentido negativo?

Me surgieron muchas dudas y aquí enumero las siguientes:

1) ¿Por qué la palabra "pijo" es despectiva?
2) ¿No es por el sentimiento de envidia?
3) ¿Hay niños y viejos "pijos"?
4) ¿Todas las personas "pijas" son ricas?
5) ¿Todas las personas "ricas" son pijas?
6) ¿La gente "pija" es despreciable?
7) ¿La gente "rica" es despreciable?
8) ¿La gente con una corbata es pija?
9) ¿La gente "pija" es mala persona?
10) ¿Cuál es el criterio para saber si se es pijo o no?

Últimamente, tengo dudas de cómo reaccionar cuando alguien me diga que ellos son pijos. No sé si la gente pija es mala persona, o si es mala persona la gente que acusa a otros de pijos. O no es mala ni buena. Entonces, ¿qué es una persona pija?



El almuerzo de hoy 15 de junio de 2010:
Aperitivos de tomate y aguacate.
Arroz frito.
Berenjena y cebolla horneadas con la salsa de tomate y queso.
Elaborado entre fogones por Macarena.

lunes, 14 de junio de 2010

Quiero quejarme un poco sobre la televisión

En Japón, no sólo los trenes son muy puntuales, sino que también los programas de televisión son muy puntuales. Excepto por el caso urgente de una noticia de última hora, los programas salen conforme al plan programado.

Cuando me suscribía a un periódico diario, antes que nada, todos los días echaba una ojeada a la página de la programación de televisión para comprobar qué programas emitían. Bueno, me encantaban los programas de humor, aunque no me gustaba cocinar. Para no perderme los programas que me encantaban, necesitaba echar una ojeada previa todos los días. Me gustaba mucho ver el programa puntualmente. Sí, soy muy japonesa.

La información del periódico japonés es muy fiable, así que cuando no podía ver el programa a la hora de comienzo, podía preparar el video o el DVD para grabarlo a su hora. De todos modos, no había ningún problema con la programación de televisión porque se respetaba la hora indicada en el periódico.

Sin embargo, el caso de España, parece que no es como Japón. La información del periódico sobre los programas de televisión no es perfectamente correcta. Ya he tenido varias experiencias en que no salía el programa a la hora fijada. ¿Es porque la información del periódico es poco fiable, o bien, el programa de televisión es impuntual?

Como me gusta la puntualidad, me molesta bastante que el programa que quiero ver no empiece a la hora previamente establecida. Es que tengo que esperar sin hacer nada frente a la televisión, porque no puedo saber a qué hora empezará.

Siento que malgasto el tiempo sin hacer nada, así que a veces hago unas tareas mientras espero que empiece el programa. Pero al alejarme de la televisión, de repente, el programa empieza y me pierdo los momentos iniciales. Eso me hace enfadar mucho. Quiero ver el programa desde el principio hasta el final sin perderme nada. En ese punto, todavía soy muy japonesa. ¿O sólo soy tiquismiquis?

También hay otra cosa que es muy insoportable para mí. Lo que pasa es que el tiempo dedicado a los anuncios, sobre todo durante la película que sale en televisión, es demasiado largo. ¿No os parece? Ese tiempo de anuncios es tan largo que puedo echar una mini siesta, o puedo tomarme unos vasos de cerveza. Parece que dura más o menos entre más de diez minutos y un cuarto de hora. Si supiera exactamente cuánto tiempo iba a durar, podría aprovechar ese tiempo de anuncios para hacer algo concreto. Sin embargo, no sé cuánto tiempo dura, así que no puedo concentrarme en ninguna cosa. En el peor de los casos, me pierdo una parte después del anuncio por culpa de haber hecho otra cosa. Eso me irrita. Quiero ver el programa perfectamente sin falta. ¿Estoy diciendo tonterías?

No pasa nada por esperar a la gente con quien quedo más de treinta minutos, pero no puedo soportar esperar más de diez minutos los anuncios de la televisión. Ummmm... A veces no me entiendo bien a mí misma.



El almuerzo de hoy 14 de junio de 2010:
Aperitivo de tomate con perejil, ajo, pimienta, sal y aceite de oliva.
Gratén de espinacas, cebolla, setas, macarrones, jamón cocido y queso.
Picos integrales.
Bizcocho para la merienda.
Elaborado entre fogones por Macarena.

domingo, 13 de junio de 2010

Un país teatral

Ya llevo casi cuatro años viviendo en España y, gracias a Dios, puedo comunicarme con los españoles utilizando el castellano sin dificultad, aunque cometo muchos errores gramaticales, hablo sin fluidez y uso expresiones antinaturales, a veces, chiquilladas. Sin embargo, lo que todavía me atormenta es la mínica que se les pega a los españoles.

Desde mi punto de vista, cada parte de la cara de los españoles se mueve exageradamente. Sobre todo, la parte que más me llama la atención es la boca. Yo todavía no puedo moverla como los españoles, la boca de los españoles se mueve arriba y abajo, además, adelante y atrás. Sobre todo, el movimiento de los bordes de la boca es increíble, es plausible. El movimiento de bajar los bordes de la boca es tan difícil que todavía no lo domino, aunque lo practico bastante delante del espejo a la hora de cepillarme los dientes.

Pero entiendo el sentido de ese movimiento de la boca. Eso expresa algo negativo o no tener ni idea de algo. Algo de pena, algo de insatisfacción. Si hay algo inconveniente, el movimiento me hace reír, así que aunque se exprese algo negativo, mi cara se pone a sonreír. Eso me hace parecer como si fuera una persona insensible. Seguro que me malinterpretarán.

También los hombros se mueven muchísimo, por supuesto que arriba y abajo. A veces uno de los dos hombros se mueve. Eso me hace sufrir. Los españoles hacen ese gesto muchas veces sin decir nada. O sea, sin palabras, los españoles pueden conversar entre ellos sólo con el movimiento de sus hombros. Pero para mí, sin palabras, no puedo enterarme de nada. No puedo adivinar qué sentido tiene un movimiento para arriba de un hombro.

A lo mejor vosotros no entendéis qué no entiendo yo. Pero para mí, es como si fuera alguna clave secreta o código cifrado. La verdad es que me resulta ininteligible.

He aprendido el castellano con mucho esfuerzo, con mucho tiempo y con mucho dinero. Así que si es posible, me gustaría que me hablaran con el castellano que he aprendido. Sólo con gestos, no entiendo ni papa.

A pesar de eso, me parece que a los españoles les gusta expresarse con gestos. Hablan con gestos. Sobre todo, los brazos y las manos siempre se mueven. Eso no sólo pasa en la televisión o en el teatro, sino también en la calle y en la vida corriente. Para mí, España es un país teatral. Es muy risueño. Un escenario donde puede pasar casi de todo.


El almuerzo de hoy 13 de junio de 2010:
Arroz en blanco.
Salteado de MISO con carne picada de cerdo, berenjena, pimiento verde, ajo y cebolla.
Ensalada de lechuga, zanahoria, aguacate, tomate natural y queso.
Elaborado entre fogones por Macarena.

sábado, 12 de junio de 2010

La copa mundial de fútbol

Por fin ha empezado la copa mundial de fútbol. Aunque no soy aficionada al fútbol, estoy prestando mucha atención a la copa mundial. Como ya me he españolizado bastante en cualquier sentido, mi equipo favorito por supuesto que es el equipo español.

Es que me parece que el equipo japonés tiene mala suerte. El grupo que le ha tocado al equipo japonés no está nada bien porque los otros equipos son muy fuertes. Ummmm... Pero menos mal que me he españolizado.

Hace dos años fue cuando el equipo español ganó la competición futbolística de la Eurocopa. Fue el mismo año en que volví a Japón. Justo antes de volver allí, ganó el equipo español. Me alegré tanto que compré dos camisetas del equipo español, una para mi hermano y otra para mi padre. Como sabéis, la camiseta de la selección española es de color rojo, totalmente rojo, es decir, muy llamativo.

Creo que no estaba mal para mi hermano, pero para mi padre era demasiado llamativo. En Japón, la mayoría de los mayores, tanto hombres como mujeres, no se pone la ropa muy llamativa como en España. Además, era una camiseta de fútbol. Mis padres viven en una ciudad pequeña. Seguro que mi padre con esa camiseta sería el centro de atención de todas las miradas. Con esa camiseta, él iba a practicar el golf como si estuviera españoleando.

Bueno, tengo muchas ganas de que gane el equipo español. ¡Podemos!


El almuerzo de hoy 12 de junio de 2010:
Quiche de espinacas, setas y beicon.
Ensalada de lechuga, zanahoria, pasas y tomate natural.
Elaborado entre fogones por Macarena.

viernes, 11 de junio de 2010

Soy ignorante

Cuando empecé a vivir en España, me impresionó que en televisión española se trataran a diario las noticias sobre Sudamérica. Por supuesto que tenía conocimiento de que históricamente muchos países de Sudamérica fueron colonias de España. Pero para mí eso es algo que forma parte de mis estudios de la escuela, o sea, no lo sentía conectado con algo sólido de la realidad.

Por supuesto que en Japón se difunden noticias sobre Sudamérica pero, desde mi punto de vista, no sale tanto como aquí. Por eso recibí una impresión muy fuerte. Y a la vez, me di cuenta de que no tenía mucho conocimiento sobre Sudamérica. No quiero quitarme la culpa y echarla encima de la escuela donde yo aprendí, pero si se me permite como excusa, cuando aprendía la asignatura de geografía en el instituto, empezamos desde Asia, el sureste de Asia, el sur de Asia... Europa, Norteamérica, Centroamérica, Sudamérica, y por último Oceanía. Ese era el orden de los textos de estudio más o menos.

Y no sé si ocurre en España, pero en Japón, más bien, en mi instituto, ocurría así. Teníamos que acabar un libro de texto durante un año. Por ejemplo, teníamos que aprender todo el contenido del libro de texto de geografía durante un año. Empezamos bien al principio del año. El profesor nos enseñó apasionadamente y detalladamente. También teníamos que hacer los exámenes cada trimestre para saber si habíamos entendido todo bien o no.

Bueno, el primer trimestre, normalmemte no había ningún problema sobre el adelanto de los estudios. Pero no sé por qué, en el segundo trimestre y, sobre todo, en el último trimestre, el profesor se puso un poco nervioso. Imaginaba que tenía algún problema sobre el progreso de los estudios. Por consiguiente, iba avanzando con mayor rapidez y nos enseñaba cada vez con menos atención. O sea, el profesor sólo pensaba en que tenía que llegar a la última página que teníamos que aprender en ese año.

Así que creo que le daba igual si nosotros entendíamos bien o no, él quería acabar su trabajo obligatorio. Entonces, por ejemplo, sobre la geografía aprendimos todo muy minuciosamente sobre Asia y Europa. Pero después, ya no teníamos el tiempo suficiente para aprender minuciosamente lo demás. Así que cuando aprendimos sobre Norteamérica y Sudamérica, aprendimos a grandes rasgos. A veces, el profesor nos dijo: "Leéis desde la página 102 hasta la página 145 en casa. ¿Vale?" Yo no tengo ningún recuerdo de si aprendimos sobre Oceanía con el profesor en el instituto.

Bueno, no es por culpa de mi profesor de instituto que yo tenga poco conocimiento de Sudamérica. A día de hoy, siempre puedo aprender de cualquier tema que tenga ganas de saber cuando quiera. En realidad, después del instituto, no aprendí voluntariamente algo más de Sudamérica. Pero ahora, Sudamérica es más cercana para mí y, a la vez, me quedo estupefacta por mi escaso conocimiento.

La razón por la que ahora he escrito este texto en mi blog es porque no sabía la diferencia exacta, y quizás todavía me equivoque, entre las siguientes palabras: Sudamérica, Latinoamérica, Iberoamética, Hispanoamérica. Lo más complicado para mí es la definición de "Latinoamérica", aunque he leído la definición en Wikipedia, no me siento clara.

Agradecería mucho que alguien me lo aclarara de forma sencilla para dejar de ser una chica ignorante. Qué vergüenza, pero es así...



El almuerzo de hoy 11 de junio de 2010:
Gazpacho tradicional.
Aperitivos cocidos de brécol y judías verdes.
Espaguetis con cebollitas rellenas de atún.
Carne de cerdo a la plancha con salsa de jengibre.
Salteado de pimiento verde y zanahoria y sésamo al vinagre balsámico.
Elaborado entre fogones por Macarena.

jueves, 10 de junio de 2010

Soy una chica con bajo presupuesto

Lo que me costaba mucho trabajo cuando estudiaba español en una academia era leer algo en español. Era imposible leer algo en la clase, es que no había ningún tiempo para consultar el diccionario. Era imposible preguntarle al profesor el significado de cada palabra que no conocía, porque había demasiadas palabras nuevas. Después de leer un texto era imposible decir mi opinión, porque no me enteraba de nada. De todos modos, al principio, se me daba fatal leer algo en español.

Cuando al final de la clase nos mandaba los deberes para encargarnos leer algo, era todo un castigo. Es que tenía que consultar el diccionario para casi todas las palabras de la página y dedicaba la mayor parte de mi tiempo sólo en buscar el significado de cada una de todas aquellas palabras. Me volvía loca y me sentía harta hasta las narices.

En la clase, se utilizaba como lectura diaria el periódico que se distribuía gratuitamente por la calle. Teníamos que leer un artículo que nos interesara y después hablábamos sobre ese tema. Mientras iba de camino a la academia, yo conseguía alguno de esos periódicos que luego leíamos en clase, pero no podía entender los artículos de esos periódicos durante el poco tiempo que le dedicábamos en clase. Sólo quince minutos para leer algo que los demás entendían a la primera. Yo me preguntaba si mis compañeros de clase eran de verdad extranjeros.

Sin embargo, de repente un día me di cuenta de que podía leer y entender algunos artículos de la prensa gratuita. Por supuesto que no conocía todas las palabras que salían en los artículos, pero podía entender de qué trataba la noticia. Recuerdo bien cuántas alegrías me llevé. Tardé más o menos dos años en poder leer los periódicos gratuitos sin dificultad. Después de esto, incluso llegaba a gozar con los periódicos gratuitos.

Aunque tenía un poco más de confianza en mí misma para leer el español, todavía no tenía nada de confianza en mí misma para hablar español, así que iba a otra academia. Como yo no podía hablar nada bien comparándome con otros alumnos, mi profesor me preguntó que si leía algo diariamente. Y yo le contesté que leía periódicos todos los días. Él me preguntó que qué tipo de periódicos leía. Yo le dije que leía los periódicos gratuitos. Él me dijo que esos ya no me ayudarían mucho. Y me recomendó que leyera periódicos que no fueran gratuitos, y especialmente los textos de opinión. Me dijo que tenía que descartar los periódicos gratuitos si quería mejorar mi español.

Como yo soy muy dócil, obedecí su consejo. Ya tenía mucha confianza en mí misma para leer español, así que creía que podía leer los periódicos de pago sin ninguna dificultad. Pero hasta entonces, no había comprado periódicos, es que en España podía recibirlos por la calle gratuitamente. Me gustan los periódicos, así que me sentía muy alegre imaginando que compraría alguno en el kiosco y que lo leería en la terraza tomándome un café en mi taza preferida. Bueno, aunque no tengo terraza, la imaginación es gratuita.

No podía olvidar un golpe gigante cuando leí una parte de opinión de un periódico de pago por primera vez y todavía me ha traumatizado bastante. El artículo era tan difícil para mí que no pude entenderlo bien, incluso ni con la ayuda de mi diccionario. La confianza que tenía en mí misma se derrumbó de un golpe. Me parece que hay mucha diferencia de nivel de español entre el periódico gratuito y el periódico de pago. Puedo disfrutar leer el periódico gratuito totalmente, pero por otro lado se sufre muchísimo al leer el periódico de pago.

Ahora todavía no tengo ganas de leer el periódico de pago por el miedo que siento a su lectura. ¡Ah, mi español, mi español! Siento mucho que soy una chica con bajo presupuesto. No quiero renunciar a mi cerveza diaria para comprar un periódico de pago. Mi presupuesto económico se conforma con un periódico gratuito. ¿Podré llegar a ser algún día una chica con un español de alta calidad?



El almuerzo de hoy 10 de junio de 2010:
ONIGUIRI de KATSUOUME.
Tortilla japonesa.
Judías verdes aliñadas con la salsa de sésamo negro y blanco.
Elaborado entre fogones por Macarena.