lunes, 31 de mayo de 2010

El sentido de los caramelos

Uno de los detalles que me llamó mucho la atención cuando acababa de llegar a este país, eran los caramelos. Me parecía que nos ofrecían los caramenlos en cualquier lugar. Por ejemplo, los bancos nos ofrecen los caramelos en el mostrador, también las academias de idiomas, los hoteles y las academias de clases de flamenco, etc. Siempre hay un montón de caramelos en un cuenco o en un plato. ¿Es un agasajo a la española?

Uno de los detalles que también me sorprendía mucho de este país era que a los españoles les gusta mucho utilizar los caramelos en varios eventos. No sé por qué, pero el día de los Reyes Magos se lanzan caramelos en la calle. Incluso los adultos hacen esfuerzos desesperados para recoger los caramelos como si fueran muy valiosos. También en la Semana Santa, los nazarenos reparten los caramelos a los niños. ¿Hay algún sentido especial en los caramelos?

Una autoalabanza de la que los españoles de mi alrededor hablan es el chupachús. Cuando me hablan del chupachús, ellos parecen sentirse muy orgullosos, como si ellos mismos lo hubieran inventado.

Suelen preguntarme: "¿Conoces el chupachús? Eso es de España. ¡Lo hemos inventado aquí!" El chupachús es muy conocido en Japón, aunque yo lo había comido una o dos veces en mi vida, además, cuando era muy niña. Y desde mi punto de vista, no he visto nunca que tales españoles, que están muy orgullosos del chupachús, lo coman alguna vez. Quizás sólo sea para niños.

Y yo, cuando llega la época de la alergia, preparo un montón de caramelos que saben a menta. Cuando paso mucho tiempo en el autobús, también preparo caramelos para evitar que se me reseque la garganta y me duela. Y habitualmente, no los consumo. Así que todavía me quedan muchos caramelos de los Reyes Magos de hace tres años. ¿Hasta cuándo puedo comerlos sin problema?



El almuerzo de hoy 31 de mayo de 2010:
Aperitivos de chorizo, queso viejo y cebollitas.
Gazpacho tradicional.
Emparedados de huevo.
Emparedados de jamón cocido, queso y pepino.
Elaborado entre fogones por Macarena.

domingo, 30 de mayo de 2010

La potencia de la primera impresión

Los españoles con los que traté la primera vez eran artistas de flamenco. En aquella época, yo era una alumna de una clase de flamenco y aprendía alegremente.

Un día llegamos a dar una actuación en un tablao de flamenco. Estaba muy contenta y por supuesto que quería participar en esa actuación, es que mi objetivo de aprender flamenco era bailar delante de la gente, tenía muchas ganas.

La primera vez en mi vida que vi un español cerca fue cuando mi profesora le pidió a un cantaor de flamenco que cantara en nuestra actuación. Él fue quien formó mi primera imagen de los españoles, o sea, mi estereotipo de los españoles estaba basado en un artista español.

Generalmente, creo que el artista tiene algo "especial" si es comparado con una persona corriente como yo. Así que parece un poco "extraordinario" desde mi punto de vista. Esta es mi opinión personal. Pero en aquella época, observaba a ese cantante español no como a un artista, sino como a un español, como a una persona que era de un país lejano llamado "España".

Yo sentía un enorme interés porque era el primer español que había visto en mi vida. Observaba su comportamiento y cada gesto era muy interesante, iba creyendo que los españoles eran "así".

Si os explico un poco sobre ese "así", "así" era como antojadizo, caprichoso, arbitrario, le gustaba mucho la cerveza, era un mujeriego, quería trabajar lo mínimo, se sentía muy libre, hacía lo que le daba la gana, etc.

Los españoles que encontré en Japón eran todos artistas de flamenco y todos me dieron una misma impresión "así" de particular. Entonces, naturalmente, tenía un estereotipo de los españoles a través de los artistas flamencos que había conocido unos años antes de visitar España. Por supuesto que no digo que todos los artistas sean así, pero casualmente así eran todos los que conocí.

Por consiguiente, cuando vine a España después de unos años y me encontré con muchos españoles "corrientes" como yo, me sorprendí muchísimo: "¡¡¡Hay muchos españoles normales!!!"

La primera impresión es muy terrible y peligrosa. A veces, los humanos se creen su primera impresión tercamente. Desde que vivo en este país, me preocupa mucho la impresión que yo he dado como japonesa a los españoles con los que me encontré.

No pasaría nada porque yo diera una impresión de ser una persona "así", pero ojalá no dé una impresión de que las japonesas son así. Es que yo soy una japonesa un poco particular a la que no le gusta cocinar.

La primera impresión puede ser muy engañosa. No sirve un botón de muestra si el botón mostrado, en vez de ser un botón corriente, en un botón así de "extraordinario".


El almuerzo de hoy 30 de mayo de 2010:
Curry a la japonesa con carne picada de ternera, garbanzos, cebollas, zanahorias, berenjena y calabacín.
Ensalada de lechuga, tomate, pasas y queso griego feta con un toque de perejíl.
Elaborado entre fogones por Macarena.

sábado, 29 de mayo de 2010

Las vacaciones

Cuando vine a España hace casi cuatro años, aún me irritaban las vacaciones de España. Es decir, estaba enfadada porque pensaba que eran demasiado largas.

Como no tengo ningún chalé en la playa, y tampoco lo tengo en la montaña, me ponía muy triste que la gente dijera que iba a pasarse todo el verano en la playa o en la montaña. Sí, soy muy, muuuuuuuuuy envidiosa.

Mi primer verano en España fue hace tres años, después de casi un año desde que llegué a España. En aquella época, enloquecía por el idioma español. Casi todos los días iba a la academia de español, lo hice durante diez meses, sin embargo, yo siempre era la rezagada entre los compañeros de mi clase, sobre todo, en la clase de conversación.

Como iba a la academia durante mucho tiempo, el nivel de la clase iba subiendo automáticamente contra mi voluntad. Es que cada día aprendía nueva gramática y, normalmente, el nivel de la clase depende del nivel de la gramática. Sin embargo, había mucha diferencia entre el nivel de mi gramática y mi nivel de conversación. Naturalmente, casi toda la gente de la clase, excepto los asiáticos, tenía el nivel adecuado para la clase de conversación, o sea, la clase de conversación tenía un nivel muy alto.

Cada día sentía una gran angustia al ir a la clase, encima, cada vez que iba allí, me deprimía muchísimo. Además, toda la gente que conocía era extranjera. Sólo me relacionaba con gente de fuera. Ellos volvían a su país después de una estancia temporal en España. Así que al final, no tenía ningún amigo y me encerraba en casa. Fue una edad entre tinieblas.

¡Ay! Que me aparto del tema y ya no sé qué quería decir. Bueno, durante los últimos dos años me he acostumbrado al ritmo español, o sea, muchas clases o la escuela empiezan el nuevo año académico desde septiembre y duran hasta junio más o menos. Mi vida también corresponde a ese ritmo. ¡Así que ya siento que estoy en las vacaciones de 2010!

Aunque todavía no tenga ningún chalé en la playa, ni la montaña, me siento muy contenta por las vacaciones. Es la primera vez que me siento positiva sobre las vacaciones españolas. Veo que me voy españolizando, seguramente.

Me gustaría pasar un verano muy bueno, aunque desgraciadamente en mi caso no puedo tener el tiempo y el dinero a la vez. Ojalá, no necesite cocinar tanto...




El almuerzo de hoy 29 de mayo de 2010:
Longanizas de pueblo con cebollas a la plancha y pepinillos aliñados.
La salsa barbacoa de Extremadura de la "Agüela Dolores".
Ensaladilla de macarrones con pepino, zanahoria, jamón cocido y huevo duros con un toque de perejíl.
Gazpacho tradicional y regañás.
Elaborado entre fogones por Macarena.

viernes, 28 de mayo de 2010

"¿El autobús es normal?"

Todos los días, laboriosamente, diligentemente, infatigablemente, con perseverancia, escribo textos en este blog, aunque nunca me he aplicado tanto para cocinar. Sin embargo, a veces, mi español oral me decepciona tantísimo que he estado a punto de dejar de continuarlo. Es que a veces siento que redactar no sirve como ayuda para mejorar mi español oral.

El otro día, los autobuses de mi ciudad adoptiva no funcionaban con normalidad, o sea, el horario fue especial y la ruta cambió mucho. Algunas veces al año ocurre así, es decir, se cambia el horario y la ruta sin preaviso. Desde que vivo en España, me pasó varias veces sin que se avisara a los usuarios previamente. De repente, el horario de la línea de autobús cambió y no podía saber si había autobuses o no. Cada vez que me ocurría estaba tan, tan enfadada que insultaba mucho a este país. Pero he llegado a acostumbrarme, ya no me cabrea tanto como antes.

Ese día, podía imaginar que los autobuses no funcionarían del modo habitual. Sin embargo, quería saber lo correcto, o sea, una información fiable. Afortunadamente, teóricamente ahora, puedo hablar español mejor que hace tiempo. Así que le pregunté a un policía que estaba de servicio en el centro de la ciudad.

Macarena: "¿El autobús es normal?"
Agente de policía: "¿¿¿???"

Lo que yo quería saber era que si los autobuses funcionarían con la frecuencia y la ruta habitual o no. La frase que salió de mi boca estaba construida totalmente desde la concepción japonesa, o sea, yo sólo sustituí la palabra japonesa por la palabra española, entonces, no traduje del japonés al español.

Mentalmente, recibí un golpe fuerte, es que todavía no puedo decir lo que quería decir, además, no era algo difícil. Soy consciente de que todavía cuando hablo, mi español no sale directamente de mi boca, sino que primero pienso en japonés y, después, sustituyo el japonés por el español. Es decir, necesito dos procesos antes de articular palabra.

Eso no está nada bien. Tengo que concebir lo que digo en español desde el principio. Creo que necesito dejar de tener plena confianza en mi diccionario electrónico cuando escribo el texto. Todavía me queda un camino bastante largo por recorrer hasta que maneje el español como es natural. Me pregunto si puedo soportarlo.


El almuerzo de hoy 28 de mayo de 2010:
Arroz en blanco con UMEBOSHI.
Carne de cerdo salteado y brotes de soja con salsa de jenjibre y sésamo.
Ensaladilla de patatas, pepino, zanahoria y jamón cocido con un toque de perejil.
Elaborado entre fogones por Macarena.

jueves, 27 de mayo de 2010

El estilo del pájaro bobo

Últimamemte, he tenido varias ocasiones en las que observé a mis conocidas a conciencia, para saber dónde ponían ellas sus manos cuando hacían el intercambio de los dos besos en las mejillas. En el caso de mis conocidas, la mayoría ponía la mano derecha en la espalda de los oponentes. Eso era como si se acercaran al oponente abrazándole. Era muy natural y no había ninguna rigidez. Estuve a punto de exclamar de admiración. Necesito observar más casos, sobre todo, cuando se hace el saludo entre un hombre y una mujer.

Refrescando nuestro estilo de dar los dos besos, o sea, el estilo de las asiáticas que no tienen costumbre de dar besos, me he dado cuenta de una cosa clara. Cuando nosotras damos los dos besos, normalmente intentamos enderezar nuestro cuello hacia la mejilla del oponente, e instintivamente intentamos tocar lo más mínimo posible del oponente.

En las relaciones sociales, o sea, nosotras tampoco tenemos la costumbre del abrazo, más bien, no tenemos bien visto el contacto físico con los demás. Así que al final, nuestro cuello va enderezándose como si el pájaro bobo molestara al criador pidiéndole la comida. Por supuesto que las manos tampoco tocan ninguna parte porque no tenemos costumbre y porque nos parece mal. Cuando lo hace el pingüino es bonito, pero una mujer en este gesto no queda nada bonita.

Hasta hoy lo que he pensado es así. En primer lugar, no está bien ponerme a la defensiva cuando doy los dos besos al oponente. En segundo lugar, cuando digo "hola", necesito abrir mis brazos como para acoger al oponente y, naturalmente, con un brazo se rodea la espalda del otro antes del intercambio de besos. Creo que debo tener en cuenta estos dos remedios para evitar el estilo del pingüino. Intentaré no olvidarlo.



El almuerzo de hoy 27 de mayo de 2010:
Arroz en blanco con UMEBOSHI.
Tortilla de atún.
Ensaladilla de nabo y jamón cocido con tomate natural.
Salteado de brotes de soja, zanahoria, pimiento verde y salchicas.
Elaborado entre fogones por Macarena.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Prever es difícil

Nuestro estilo de comer es diferente al occidental. Lo habitual es poner en la mesa todas las comidas a la vez y tomar de cada plato poco a poco. Es decir, no existe un orden de platos como el primer plato y el segundo plato. Además, se preparan varios platos comunes para compartir entre la familia, o sea, cada persona pica de la comida de cada plato común, aunque hace siglos tradicionalmente no era así. Me parece que en España hay mucha comida que se reparte individualmente.

Como soy japonesa, estoy acostumbrada al estilo japonés moderno. Así que, a veces, sobre todo, cuando como en la casa de alguien, tengo que pensar en lo que nunca pensaba en Japón.

En primer lugar, aunque no me gusta cocinar, no me gusta nada dejar comida en el plato. He recibido una educación que hacía hincapié en comerlo todo. En España, desde el principio ya tengo mi plato individual con la comida servida. O sea, no puedo regular la cantidad de comida que me apetece. Tampoco rechazo la comida porque no me guste ya que a mí me gusta comer de todo, sin embargo, tengo el límite de mi estómago.

En segundo lugar, a veces, la comida empieza por los aperitivos, como el jamón, las gambas o el queso. Entonces, los como olvidando que después hay otros platos. Así que antes de llegar el primer plato, ya estoy bastante llena. Encima, cuando viene el segundo plato, ya es imposible meter más en mi estómago. Así que tengo que abandonar el segundo plato que es el principal.

Gracias a la experiencia he aprendido esas dos cosas ya hace bastante tiempo. Así que, últimamente, cuando alguien me invita a su casa, empiezo a comer el aperitivo intentando averiguar qué más comida hay. Cuando llego al primer plato, aunque quiera comerlo disfrutando con mucha cerveza bien fría, mi cabeza me avisa: "¡Alerta! ¡Macarena, deja el espacio para el segundo plato!" Así que, a veces, tengo muchas ganas de pedir más de esa comida, pero por si acaso, como sólo lo que me ofrecen al principio.

Sin embargo, aunque coma la comida atisbando y atisbando para descubrir qué será lo siguiente que me ofrecen, a veces, no me ofrecen el segundo plato. Que pase eso es una verdadera tragedia. Es que al final, en mi estómago todavía queda bastante espacio para la comida que no llega, y no me siento del todo satisfecha con la comida. A pesar de ello, no puedo decirle a la cocinera que me dé algo más porque me he quedado con hambre. Eso sería muy desconsiderado por mi parte y es demasiado caradura. Entonces me vuelvo a casa con el estómago insatisfecho.

Así que, no sé qué remedio hay. Me pregunto si pasaría algo si, en cuanto llegase a la casa, le preguntara a la cocinera el menú para controlar mi estómago. Todavía no domino el estilo español de la comida. Es que normalmente, sacrifico el postre, o sea, no puedo comerlo. Aunque no se me dan bien los pasteles españoles, algunos postres, como el helado y el flan, me encantan. Sin embargo, cuando llega la hora del postre, mi estómago ya no puede aceptar nada más. ¿Hay remedio para que pueda llegar hasta el postre sin problema? Me gustaría saberlo.



El almuerzo de hoy 26 de mayo de 2010:
RAMEN con sabor a salsa de soja, huevo duro, judías verdes y brotes de soja fresca.
Gazpacho tradicional con jamón serrano y huevo duro picados.
Longanizas de pueblo con salsa barbacoa de Extremadura y pepino natural.
La salsa barbacoa "Agüela Dolores".
Elaborado entre fogones por Macarena.

martes, 25 de mayo de 2010

¡Porque España es así!

Antes de nada, quiero dejar claro que todos mis compañeros y compañeras son españoles.

Un compañero mío siempre trae consigo el sillín de su bicicleta a la clase. Yo nunca he visto esa escena en Japón, así que me siento muy extrañada cuando lo veo. Al principio, por supuesto que pensé: "¿Qué hace ese muchacho con un sillín en la mano?" Es que no me podía creer que hubiera alguien que quisiera robar sólo un sillín. Puedo imaginar que haya gente que quiera robar una bicicleta entera, pero... ¿Sólo un sillín? ¿Para qué?

Un día, ya no podía soportar no preguntarle por qué siempre se traía su sillín a clase. Así que se lo pregunté directamente y sin rodeos. Él me contestó: "Seguro que hay gente que quiere sólo un sillín." Yo le dije: "¿Pero para qué?" Él me dijo: "No sé, pero Macarena, aquí estás en ¡¡¡España!!!" En ese momento, yo estuve totalmente de acuerdo y mi duda desapareció de golpe. ¡España es diferente!

Hace medio año, se empezó una obra y había que trasladar temporalmente nuestra clase a otro sitio. Se decía que tardarían dos meses en terminarla. Yo pregunté: "¿Seguro que podremos volver a dar clase aquí dentro de dos meses?" Un compañero mío me puso la mano en el hombro, me miro fijamente a los ojos y me dijo: "Macarena, no hay nada "seguro". Aquí estás en ¡¡¡España!!!" Es verdad. En ese momento, abandoné la esperanza de volver allí a los dos meses.

Ya han pasado seis meses desde entonces. Cuando pregunto por la fecha de finalización de la obra me responden que no lo saben, pero que la obra ya va mejor, que todo está muy avanzado. A veces, me siento confundida. En España, el paso del tiempo se mide de forma diferente.

Yo antes no lo creía así, pero me pasó lo mismo con la palabra temporal. Yo pensaba que la palabra temporal significaba transitorio, pasajero, de una duración concreta y previamente establecida. Ahora ya sé que la palabra temporal quiere decir que algo dura por algún tiempo. ¿Cuánto tiempo? Aquí en España nadie lo sabe.

Hoy, otro español que conozco estaba quejándose mucho. Parecía que necesitaba resolver un papeleo, así que ha ido donde tenía que ir. Sin embargo, los trabajadores le han tratado muy mal. Según él, parecía que ellos no tenían ganas de trabajar, así que aunque él estaba en frente, ellos han empezado a quejarse de que habían venido muchas personas para la misma tramitación y que ese día habían tenido trabajo.

Lo que a mi amigo le cabreaba es que les había llamado por teléfono numerosas veces, les había escrito correos electrónicos que tampoco habían atendido y, al final, había tenido que desplazarse muy lejos para que le atendieran. Cuando llegó a la ventanilla, nadie quiso levantarse a atenderle y le hablaban bajito desde lejos. Ninguna de las tres personas tenía más trabajo que seguir su conversación sobre qué iban a ponerse y qué iban a regalar.

Desde mi punto de vista, los trámites en este país, sobre todo, para los extranjeros, son un rollo, pero pensaba que es porque soy extranjera y, en cualquier país, los trámites para los extranjeros son más complicados que los trámites para los autóctonos. Sin embargo, parece que no sólo les pasa esto a los extranjeros. Es que él estaba muy cabreado con la actitud de aquellos funcionarios que, como él, también eran españoles.

Ya estáis claros. ¿Verdad? Yo le he consolado con esas palabras mágicas que me repiten a mí: "¡Oye! ¿Qué remedio hay? Estamos aquí. ¡¡¡España!!!" Para mí, esas palabras mágicas funcionan bien, pero... ¿Habrán funcionado bien para él?



El almuerzo de hoy 25 de mayo de 2010:
Arroz en blanco con UMEBOSHI.
Tentáculos de calamar rebosados, lechuga y tomate al jugo de limón.
Salteado de zanahoria y pimiento verde con un toque de sésamo.
Elaborado entre fogones por Macarena.

lunes, 24 de mayo de 2010

Cuando me siento vieja

La verdad es que soy muy cuidadosa, prudente, cautelosa y precavida. Así que antes de venir a España para vivir aquí, hice concienzudamente todos los preparativos para evitar que no me gustara este país.

Tenía el prejuicio de que en el extranjero habría una alta probabilidad de que alguien pudiera dañarme de un tirón por la calle. Como en España salta a la vista que soy extranjera, pensaba que seguramente los ladrones me apuntarían por la calle para robar mi bolso.

Así que lo que hice antes de venir a España fue comprarme muchos zapatos planos. Por supuesto que era para poder huir fácilmente y correr a más no poder dejando atrás a los ladrones. Además, es que en España es muy difícil encontrar zapatos de mi número. Por lo general, parece que las españolas tienen los pies más grandes que las japonesas, y yo tengo mis pies demasiado pequeños incluso para ser japonesa.

En Japón, aunque no me gustaba cocinar, me gustaban mucho los zapatos con tacones. Me hacían sentir más fenenina. Sin embargo, no sé por qué me caía tan fácilmente, además, frecuentemente me torcía el tobillo. Ojo, que no era por tomar demasiadas cervezas. Encima, como era bailaora de flamenco, tenía que cuidarme especialmente, las piernas eran muy importantes para bailar y zapatear. Así que para evitar tal problema, normalmente intentaba ponerme los zapatos sin tacones, aunque yo fuera al contrario de mi gusto.

Bueno, aquí en España, uso con cariño los zapatos sin tacones, pero como a acabo de deciros, tengo otra razón para usarlos y es que aquí hay muchas calles que no se pavimentan. Así que es aún más fácil torcerme un tobillo. Afortunadamente, hasta hoy, excepto por el deporte, no me he torcido el pie y nadie me ha robado por la calle.

Hace una semana, me puse unos zapatos con tacones después de mucho tiempo sin usarlos. Es que tenía que ir a un sitio serio. Así que me los puse combinando con mi ropa. Increíblemente, al día siguiente, mis dos piernas me dolían insoportablemente. Sentía el dolor agudo en el interior de mis piernas. Eran las molestas agujetas. El dolor era tan grande que no podía creerme que yo antes fuera bailaora y estuviera acostumbrada a bailar vehementemente con mis zapatos con tacones.

Ya veo que mis piernas van envejeciendo. Ojalá, otras partes de mi cuerpo no envejezcan tanto como mis piernas. Estoy bastante decaída. Creo que voy a salir a tomar unos caracoles y unas cervezas bien frías.


El almuerzo de hoy 24 de mayo de 2010:
Pasta mariposa con pimientos rojo y verde, ajo y cebolla.
Plato combinado de patatas fritas, huevo frito y salchichas fritas.
Elaborado entre fogones por Macarena.

domingo, 23 de mayo de 2010

Ya me hice una contestona profesional

Ayer, participé en un suceso bastante fuerte. Reflexionando sobre mi pasado, recuerdo haber vivido algo parecido a un enfrentamiento alguna vez en mi vida, pero en mi historia en España, ayer viví por primera vez una auténtica confrontación de opiniones.

Es que soy bastante apacible y raramente demuestro impulsivamente mis sentimientos. Sin embargo, como si no fuera yo misma, ayer se activó mi instinto belicoso como si alguien hubiera pulsado un interruptor. Últimamente, poco a poco, voy ganando confianza en mi español oral, además, con la ayuda de mi querida cerveza, empecé a discutir agresivamente con una española que andaba bajo la misma influencia belicosa. Desgraciadamente, las dos éramos muy contestonas.

La verdad es que el tema que tratábamos era un poco sensible, por lo menos, para mí. Así que necesito tranquilizarme más y ordenar las ideas en mi cabeza antes de contaros algo sobre ese suceso. Además, no sé si estará bien escribir del tema en el blog porque es un sitio público, pero si me organizo bien, en cuanto me calme, me gustaría intentar expresar qué pasó y qué pensé. Es que aún estoy bajo los efectos del acaloramiento, además, todavía no me puedo creer que fuera yo quien participara en aquella discusión.

Pero no os preocupéis, cuando lo escriba, os avisaré para que podáis evitaros leerlo si no os apetece. Es que creo que será un texto quejumbroso y entiendo que a la gente no le gusta escuchar quejas de nadie.

Así que por todo esto, ayer me olvidé de publicar el texto y me acabo de dar cuenta ahora. Entonces, hoy he publicado los dos textos consecutivamente, uno detrás del otro. Además, entono el "mea culpa" públicamente. Después de tanta cerveza es normal. Ja, ja, ja, ja, ja, ja.


El almuerzo de hoy 23 de mayo de 2010:
Fabada asturiana de lata con arroz en blanco.
Tinto de verano con limón.
Calentado en el microondas por Macarena.

sábado, 22 de mayo de 2010

Es difícil de vivir

A pesar de mi apariencia, yo soy una gran cervecera. Cuando vivía en Japón, una de mis pocas diversiones era ir al "IZAKAYA" con mis amigos campechanos. No sé cómo se traduce la palabra "IZAKAYA" en español. Según mi diccionario, se dice que el "IZAKAYA" es un mesón, una taberna o una tasca. O sea, es como un comedor donde principalmente tomamos las bebidas alcohólicas y las comidas servidas como tapas.

Como antes os conté, normalmente, una cerveza en Japón es una jarra de cerveza. Como es una jarra, no tiene nada que ver con una cerveza normal en un bar de España. Es decir, una jarra de cerveza te deja bastante satisfecha y con la sensación de un deseo más que realizado.

Sin embargo, normalmente aquí en España se pide un vaso de cerveza, o sea, es demasiada poca cantidad para mí. Se puede beber de un tirón. Sé que puedo pedir una jarra de cerveza, pero con las amigas que tengo, no me parece adecuado. En todo caso, hay una regla tácita.

Desgraciadamente, a mis amigas de España no les gusta tanto la cerveza como a mí. Siempre se piden sólo un vaso de tinto de verano, o un vaso de cerveza. A veces, piden la segunda cerveza o la tercera, pero muy raras veces. En esa situación, es difícil pedir más cervezas, es que me siento un poco incómoda. Así que empiezo a beberla poco a poco contra mi voluntad. Es que no hay nada más insípido que beberse la cerveza a sorbos. La cerveza es una bebida que tiene que estar muy fría y se bebe antes de entibiarse.

Pero, las relaciones hunanas son importantes, no puedo perturbar el orden social. Como soy una persona que tiene buen criterio cívico, aunque no me gusta cocinar, siempre tengo en cuenta las relaciones humanas. Por consiguiente, lamentablemente, tengo que tomar la cerveza de la manera socialmente aceptada para adaptarme a las circunstancias. No puedo beberla del tirón.

Sin embargo, aunque la beba a poca velocidad, se acaba en algún momento. ¿Y qué pasa? Tengo ganas de tomar la otra. Bueno, con unas buenas tapas, es imprescindible una cerveza bien fría. ¿Verdad? Así que les pregunto a mis amigas si puedo pedir otra más. Normalmente, ellas me dicen que sí, claro. Así que por fin, puedo disfrutar mi segunda cerveza. Y repito la operación, o sea, la bebo a sorbos. Qué pena...

Sin embargo, también se acaba en algún momento. Eso es muy problemático. Es que nadie, excepto yo, toma su segunda bebida. ¿Puedo pedir la tercera?

No puedo aguantar sin cerveza en una situación en la que todavía queda comida. Quiero disfrutar la comida con una cerveza bien fría. ¿No os parece? Así que temerosamente pregunto a mis amigas si puedo pedir una cerveza más. En el caso de ayer, una amiga me dijo: "¿¿¿Más??? ¡¡¡Macarena, esa es la tercera!!!"

Desde mi punto de vista, tres vasos de cerveza en España son casi igual que una jarra de cerveza en Japón. En Japón, para mí es normal tomarme, por lo menos, más de dos jarras de cerveza cuando voy al "IZAKAYA". Así que, tres vasos de cerveza es algo parecido a un precalentamiento deportivo, o sea, es una situación como cuando todavía no ha comenzado el partido de verdad.

Me molesta que sea muy llamativa esa cerveza número "tres". En realidad, la cantidad de tres vasos de cerveza no es tanto como parece. En ese punto, España es difícil de vivir para mí.


El almuerzo de hoy 22 de mayo de 2010:
Aperitivo de tomate con ajo, pimienta, aceite de oliva, sal y perejíl.
Nidos de espinacas y de huevos con nata y queso.
Elaborado entre fogones por Macarena.

viernes, 21 de mayo de 2010

¿Me tomas el pelo?

Esta semana, constantemente, he recibido unas preguntas sobre Japón, pero me hacían quedarme boquiabierta.

En primer lugar, la cerveza ha constituido el tema principal de conversación cuando estaba hablando con una compañera de clase. Cuando yo le decía que a mí me encantaba la cerveza, ella me dijo conteniéndose orgullosamente: "Pero tú no puedes ganarme a beber cervezas. Yo soy capaz de beber mucha más cerveza que nadie."

¿Pero cómo podía decir eso? Yo inmediatamente le contesté: "Ah, sí? Entonces un día bebemos juntas y salimos de dudas." Noté que ella se acobardaba un poco por mis palabras, aunque siguió diciendo que ella era una gran bebedora de cerveza y podía beberla más que nadie. La verdad es que, aunque esté mal decirlo, estoy plenamente segura de mí misma, estoy convencida de que nadie me gana en la cerveza. Es que soy cervecera y por eso vivo en España, aunque no me gusta cocinar.

Bueno, me he apartado del tema. En ese momento, otro compañero de clase me lanzó una pregunta que me dejó boquiabierta: "¿Y no hay cervezas en Japón?" No sabía que Japón tuviera poca imagen cervecera y que la gente pensara que no hubiera cerveza allí. ¿Qué es famoso? ¿El SAKE?

En segundo lugar, aunque no soy aficionada al fútbol, a casi todo el mundo en este país le gusta el fútbol y, además, parece que cada uno tiene su equipo favorito como si fuera obligatorio. Es que no he escuchado que mis compañeros de clase hablaran sobre el tenis, he escuchado que mis compañeros hablaban bastante sobre fútbol.

Supongo que para ser más amigos, necesito conocer más sobre el fútbol en este país. Bueno, de repente, en aquel momento me preguntó una compañera: "¿Y hay fútbol en Japón?" En realidad, el equipo japonés partició en la copa mundial de 2006, aunque no llegó a la final. Además, un futbolista japonés había jugado en un equipo español hasta hace poco. El más español de todos los equipos es el Español. ¿Qué imagen del deporte tenéis sobre Japón? ¿Béisbol? ¿Quién lo diría "SAMURAI"?

Tengo varios compañeros que me divierten mucho. No me aburre nada vivir en este país.




El almuerzo de hoy 21 de mayo de 2010:
1. Aperitivo de aceitunas con cervezas.
2. Bollo preñao.
3. Verdura de Leitariegos.
4. Cachopo.
5. Pastel de cabracho.
6. Arroz a la asturiana.
Disfrutado en la casa de Asturias por Macarena.

jueves, 20 de mayo de 2010

Lo que he aprendido de los españoles

Ya llevo casi cuatro años viviendo en España, sin embargo, todavía a estas alturas me he dado cuenta por primera vez de una cosa. Y pienso que eso es algo que me hace falta para mejorar mis relaciones sociales aquí en España.

No se me da bien tener relaciones de amistad, no sé si esto guarda alguna relación con que no me gusta cocinar, aunque a la cocina y a la amistad también hay que dedicarles tiempo y un esfuerzo diario. De comida y amistad nunca nos saciamos, siempre queremos más todos los días.

Es decir, yo me cohíbo ante los desconocidos, además, me vuelvo más silenciosa de lo habitual. Encima, no me pasa sólo en el primer encuentro, sino también en el segundo encuentro y los siguientes, me pongo bastante rígida. O sea, que hasta que seamos muy buenos amigos, no puedo manifestar del todo mi carácter original. En cierto sentido, puede decirse que soy una chica tímida.

Últimamente, me he dado cuenta de que los españoles se dirigen frecuentemente a los demás llamándose por el nombre personal. Por ejemplo, para saludarse, después de un "hola", añaden un "Macarena" ahí. También, cuando se comunican, empiezan por "Macarena" y luego siguen con "¿a ti te gusta cocinar?" Lo que pasa es que en mi caso sólo digo "hola" o "¿a ti te gusta cocinar?" Es decir, yo añado el nombre personal en muy contadas ocasiones. Más bien suelo decir el pronombre "tú" en lugar de su nombre propio.

Una de las razones es que no se me da bien recordar el nombre de los demás y, a veces, tampoco me acuerdo de la cara de los demás, pero está claro que aunque ya seamos muy amigos y sepa sus nombres, mi forma de hablar es así, no cambia. Ese es mi reciente descubrimiento.

Sin embargo, si alguien añade mi nombre al saludarme, lo recibo de un modo más afectuoso que si sólo se usa un saludo básico. Además, siento que soy más querida por todos. Me parece que es muy buena costumbre. Tengo que aprender de esa costumbre.

Gracias a los españoles, me he podido dar cuenta de algo que me faltaba. Así que espero hacer amigos más fácilmente utilizando esta técnica tan estupenda. Una nueva Macarena está en ciernes. Todo llegará.



El almuerzo de hoy 20 de mayo de 2010:
Aperitivos de tomate al natural, surimi y huevos duros con un toque de perejíl.
Albóndigas con macarrones.
Aceitunas rellenas de pimiento rojo.
Plátano al natural con peladillas.
Elaborado entre fogones por Macarena.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Besos para todos

No me costó mucho tiempo acostumbrarme a dar dos besos en las mejillas para saludar. Más bien, siento que soy besucona. Una amiga mía que es de Corea del Sur también me decía que le gustaba esa forma de saludarse, o sea, le gustaba el intercambio de los dos besos cuando se saluda al encontrarse y al despedirse, más bien, le gustaba el beso. Es que ninguna de las dos tenemos esa costumbre en nuestros países.

Culturalmente, como dos asiáticas que no tenemos costumbre del contacto corporal, entiendo muy bien que mi amiga coreana se sintiera así. No puedo daros una razón comprensible, es que es poco explicable, más bien es algo que se siente cuando se da el beso.

Lo único que me costaba trabajo al principio y que, aún de vez en cuando, me inquieta es la duda de dónde tengo que poner exactamente mis manos mientras intercambiamos los dos besos reglamentarios. Me parece incorrecto usar mis manos para rodearle la cintura a otra persona, también me parece incómodo usarlas para sujetarle la cara, aunque también me parece feo dejarlas colgando sin fuerza. Siempre me pasa lo mismo, no sé qué hacer con mis manos. Puesto que nos damos dos besos, me gustaría hacerlo con un estilo bonito. Ese punto todavía no lo domino y se me nota un asomo de impaciencia.

Me gustan los besos, pero aunque no me gusta cocinar, hay algo que me resulta verdaderamente insoportable. Cuando quedo con muchos amigos o conocidos, a veces, también hay amigos suyos que son mis desconocidos y al final somos mucha gente. En esta situación lo que me molesta es lo que ocurre a la hora de despedirnos. Los españoles empiezan a darse dos besos los unos a los otros. Cuánta más gente hay, más tiempo se tarda en acabar la despedida.

Honradamente tengo que reconocer que cada uno besa sin falta a todos los demás. Y si esto sucede de forma fluida, bueno, pues no pasa nada. No me molesta nada. Sin embargo, según mi experiencia, con un porcentaje bastante alto, se produce un gran embotellamiento de besos. Cuando esto empieza, yo también comienzo a irritarme.

El mecanismo del atasco es así. Cada uno empieza a dar besos a los otros, pero no sólo se dan besos, sino que también se dan un poco de conversación. Sin embargo, a veces, esa conversación no es pequeña, sino súper larga. Quiero que piensen que ya estamos en la hora de despedirse. ¿Entonces, por qué recomienzan una nueva conversación? Si hay más de diez personas, será un auténtico incordio.

Encima, a veces, incluso por culpa de una larga conversación, otra vez empiezan a dar otra ronda de besos a la gente que ya habían besado, como si se les hubiera olvidado. En realidad, el momento de despedirse puede llegar a ser interminable porque incluso puede prolongarse hasta una hora después o más. ¡¡¡Por favor!!! ¡¡¡Quiero volver a casa ya!!!

Mi duda es así. ¿Por qué siempre tienen que darse dos besos los unos a los otros sin excepción? ¿Si los omito paso por ser una gran maleducada? ¿Nadie siente que malgasta el tiempo cuando está dando los dos besos a toda la gente?

En ese punto, yo no tengo claro si los españoles son muy amorosos o unos olvidadizos.



El almuerzo de hoy 19 de mayo de 2010:
Aperitivo de patatas fritas.
Ensalada de lechuga, tomate y pasas.
Espaguetis a la salsa de tomate con salchichas, pimientos verdes, ajo y cebolla.
Plátano al natural con un toque de canela.
Elaborado entre fogones por Macarena.