miércoles, 31 de marzo de 2010

Una hora de desfase horario en Miércoles Santo

Hoy es el último día de marzo. Ya se ha terminado una cuarta parte de este año. ¡Qué rápido pasa el tiempo! Por mi parte, yo no puedo quitarme la hora de desfase horario que empezó desde este domingo pasado. Se ha adelantado sólo una hora, pero me afecta un montón, no me lo imaginaba así. No puedo mantener el mismo ritmo del día. Sobre todo, no puedo levantarme a la hora adecuada. Ahora no puedo ser madrugadora.

Según mi experiencia, costaba mucho trabajo quitarse el desfase horario yendo desde España hasta Japón, más que desde Japón hasta España. En cuanto llegaba allí, durante unos días no podía dormir por la noche. Hay siete u ocho horas de diferencia horaria entre España y Japón, así que un día con fuerza intentaba quitármelo de encima. Pero ahora me parece muy difícil arreglar sólo una hora de desajuste.

En Japón, desde mañana comienza el nuevo año escolar, también empieza el ciclo anual para la mayoría de las empresas. O sea, los estudiantes pasan de curso y avanzan un año escolar. Aunque no me gustaba cocinar, me gustó mucho esa época. Parecía que todo empezaba de nuevo y sentía que me renovaba yo misma.

Ha pasado mucho tiempo desde que terminara mi época de estudiante. Me siento un poco triste porque no puedo sentirme ahora como antes. Además, desde que despertó mi alergia al polen, esta época se ha vuelto una estación odiosa.

Pero me gustaría aprovechar este puente para renovarme como antes. Creo que para empezar algo, no es una mala época. Así que voy a hacer algo nuevo desde mañana. Y hoy, he hecho una gran limpieza general. He arreglado mi sala de estar de otro modo. Me siento muy bien.

Bueno, espero que paséis muy buen puente y recibid un cordial saludo de Macarena.



La cena de hoy 31 de marzo de 2010:
Espaguetis a la salsa pesto.
Ensaladilla de nabo, atún y maíz con un toque de perejil.
Banderillas.
Elaborada entre fogones por Macarena.

martes, 30 de marzo de 2010

La comida para llevar el Martes Santo

Por ejemplo, cuando vamos de picnic, al trabajo o a la escuela, a menudo nos llevamos desde casa la comida preparada para almorzar. Y para denominarlo tenemos la palabra "BENTOU". Parece que en español no hay una palabra concreta que plasme ese significado, así que tengo que decir "la comida para llevar".

Aunque no me gusta cocinar, hoy he preparado un "BENTOU" para picar y compartir con una amiga española. Sin embargo, me sigo preguntando: "¿En tales casos, qué comida se preparan los españoles generalmente?"

Tenemos un alimento que se llama "UMEBOSHI", que es una ciruela seca bañada en sal. El "UMEBOSHI" funciona como un conservante para la comida que llevamos, o sea, ponemos un "UMEBOSHI" dentro de la fiambrera para que la comida no se estropee. Pero no sé si hay algo como el "UMEBOSHI" en España.

El elemento principal del "BENTOU" es el "ONIGUIRI", que es una bola de arroz cocido con forma triangular. Dentro de la bola, se pueden poner varios alimentos, por ejemplo, el "UMEBOSHI", el atún, el bonito seco, las algas, etc. Alrededor de la base de la bola, se cubre con un alga "NORI". Es muy fácil de comer, y creo que será muy difícil encontrar a un japonés al que no le guste el "ONIGUIRI".

Un día, fui de picnic con unas amigas aquí en España. La mayoría era española, aunque también había una italiana. A la hora de comer, cada persona empezó por la comida que llevaba. Me interesaba mucho, es que quería saber qué tipo de comida traían y cómo hacían el "BENTOU".

En aquella ocasión, vi que alguien se traía la típica tortilla española, otra traía una ensaladilla, otra bien una lata de aceitunas, o bien, directamente, los fiambres empaquetados al vacío, e incluso había otra que traía la socorrida bolsa de patatas fritas. Y por supuesto que alguien se traía el bocadillo. No me sorprendí casi de nada. Es que todo cabía dentro de los límites de mi imaginación.

Yo traía el "ONIGUIRI" y varias comidas más, como la tortilla japonesa, el salteado de verduras dulces, etc. Lo preparé todo al estilo del "BENTOU", es decir, la presentación tenía que ser muy bonita a la vista cuando se abriese la tapa de la fiambrera. Así que en mi fiambrera, aparecían comidas variadas y cada una de ellas en pequeñas cantidades como en las tapas españolas.

Es muy diferente del estilo de España. Desde mi punto de vista, mis amigas metían gran cantidad de una sola comida en cada fiambrera. La tortilla española se guardaba en una fiambrera donde sólo había tortilla española. Eso no es el "BENTOU" sino "la comida para llevar". Ahora estoy de acuerdo en que no hay una palabra para el "BENTOU". Yo creo que el "BENTOU" japonés es un arte. Cuando visitéis Japón, quiero que probéis el "BENTOU" japonés.

No puedo olvidar la cara de mi amiga italiana cuando vio mi "BENTOU". Ella frunció el ceño como si dijera: "Qué cosa más rara. ¿Esto qué es?". Para ella, mi "ONIGUIRI" era una comida para marcianos. Tenía forma de triángulo, y llevaba como una servilleta negra que la cubría como para no mancharse las dedos.

Después de que le explicara que eso negro no era más que un trozo de alga, su cara se puso más severa. Me sentí muy orgullosa porque me parecía que yo era una persona muy especial. Je, je, je.

Así que hoy he preparado emparedados para que mi amiga española no tenga miedo de comer algas.



El almuerzo de hoy 30 de marzo de 2010:
Emparedados de huevo y emparedados de jamón cocido, queso y pepino.
Banderillas.
Tortilla japonesa.
Zumos.
Surtido de aperitivos dulces y salados.
Elaborado entre fogones por Macarena.

lunes, 29 de marzo de 2010

La torrija del Lunes Santo

Desde que empezó el horario de verano, siento que el tiempo transcurre más rápido. ¡Dios! Siempre me pregunto: "¿Ya?". Bueno, todavía solamente han pasado dos días, así que supongo que me acostumbraré de un momento a otro.

Como todos los años por estas fechas, he recibido la tradicional torrija "semanasantera". En España se dice que es un pastel típico de la Samana Santa. Os aseguro que cada año que llevo aquí la comí, pero... la verdad es que no se me da bien.

Al principio, me preparo el café con leche y sin azúcar en un gran tazón. Lo siguiente es cortar la torrija en pequeños trozos con ayuda de un tenedor y un cuchillo. Luego, me como cada trozo y, para acompañarlo, me bebo un trago de café. Es un procedimiento que repito hasta que me la acabo por completo. Al final, me retuerzo de lo dulce que está. Y me repito las mismas preguntas de siempre.

¿A quién se le cayó en el mar de la miel? ¿Por qué me resulta tan empalagosa? ¿Por qué se necesita freír la torrija? ¿No es solamente una rebanada de pan de molde? ¿Cómo puede ser que a los españoles les guste tanto? ¿Es que los españoles están totalmente enamorados del dulce?

Este año también he tenido la misma opinión que los otros años pasados. El primer año dije que estaba buena porque... soy japonesa y esa es mi manera diplomática. No es hipócrita, ¿sabéis? En consecuencia, llego a recibir tal torrija todos los años. Todo por mi culpa. Obrar con diplomacia es un gran gesto de responsabilidad y tiene sus efectos secundarios.



El almuerzo de hoy 29 de marzo de 2010:
Ensalada de lechuga, maíz, atún, tomate y salchichón.
Nidos de huevo a la salsa de nata con setas "Porcini", ajo y cebolla.
Brécol cocido y manzana verde natural.
La torrija tradicional está escondida debajo de la rosa de miel.
Elaborado entre fogones por Macarena, menos el dulce postre.

domingo, 28 de marzo de 2010

Un Domingo de Ramos con mi querida lavadora

Hoy es el primer día del horario de verano. ¿Cómo os lo habréis pasado hoy? Aunque he tenido que preparar la comida una hora antes, es muy grato que los días sean más largos. Como leo en un comentario que he recibido, es verdad que puedo aprovechar de un día más largo tomando una cerveza bien fría en la terraza. ¡¡¡Viva el horario de verano!!!

Sin embargo, hoy me he pasado todo mi primer día del horario de verano con mi querida lavadora. Como antes os conté, me encanta hacer la colada, aunque no me gusta cocinar. En fin, durante el horario de verano, puedo aprovechar el sol una hora más. Es decir, puedo aprovechar una hora más de luz para secar la ropa al sol. ¡¡¡Viva el horario de verano!!!

Eso es muy gozoso para mí. Este año ha llovido mucho en invierno. Generalmente, es difícil secar la ropa en invierno, pero este año lo ha sido aún más con tanta lluvia. Como me encanta hacer la colada, no me molesta nada que la habitación esté llena de ropa tendida. Pero es evidente que es mejor tenderla bajo el sol. Así que hoy, en seguida, he aprovechado mucho los rayos de sol.

Mi lavadora ha trabajado un total de seis veces. Sin comer, sin descansar, sin quejarse, ella ha trabajado muchísimo. No ha parado de darle vueltas a la cabeza sin marearse, no sé cómo todavía puede tener fuerzas para recordar el país donde está. ¡¡¡Ah, gracias, gracias!!! Gracias a ti, me siento muy satisfecha.

En esta Semana Santa vamos a pasar juntas un día muy especial que sólo se repite una vez cada tres meses. Pronto vamos a compartir nuestro tiempo para disfrutar a fondo de nuestra próxima cita trimestral. Ya no puedo esperar. ¡¡¡Estoy loca de contenta por ti!!!

¡Atención! No os preocupéis. Estoy totalmente cuerda.


El almuerzo de hoy 28 de marzo de 2010:
Banderillas.
Espaguetis a la salsa de pesto.
Ensalada de lechuga, tomate y patatas alioli con pepino y pasas.
Cremoso yogur griego con kiwi al natural y un chorrito de miel.
Elaborado entre fogones por Macarena.

sábado, 27 de marzo de 2010

El cambio de horario de verano entra en vigor en la madrugada del Sábado de Pasión al Domingo de Ramos

Hay un sistema en España que no existe en Japón. Ese es el cambio de horario estacional. Desde mañana va a empezar el horario de verano. A las 02:00h serán ya las 03:00h. Normalmente, hay ocho horas de diferencia entre España y Japón, pero durante el horario de verano sólo hay siete horas. Así me siento más cerca de mi patria del sol naciente.

Sin embargo, para mí este sistema es un caos. Sobre todo, cuando se cambia de invierno a verano. Es que, de repente, una muy, muy importante hora de mi tiempo me es escamoteada. Aunque me la devuelvan cuando empiece el horario de invierno, jamás me la devuelven con ningún interés. ¿¿¿Es por la crisis económica???

Bueno, lo que me cuesta mucho trabajo asimilar es la nueva hora de comer. Sobre todo, el primer día, mi estómago y el cambio de hora no se llevan bien. El reloj señala que ya es la hora de comer, pero mi estómago se niega porque todavía no tiene hambre. Pero si obedezco la opinión de mi estómago, tengo que cenar muy tarde. Y eso no puede ser.

Bueno, era un pequeño embuste. En realidad, no me cuesta ningún esfuerzo acostumbrarme a comer una hora antes. Me explico mejor, a mí no me cuesta nada de trabajo acostumbrarme a adelantar una hora el momento de desayunar, merendar, almorzar y cenar. Lo único que me molesta es que mañana me llegará una hora antes la hora de desayunar, merendar, almorzar y cenar, es decir, que tendré que empezar a preparar la comida una hora antes. ¡Caramba!

¡¡¡QUE NO ME GUSTA COCINAR!!!



El almuerzo de hoy 27 de marzo de 2010:
Banderillas.
Pizza campestre.
Fresas al natural.
Una espléndida cerveza bien fria.
Preparado al horno por Macarena.

viernes, 26 de marzo de 2010

La típica comida japonesa en el Viernes de Dolores

El mundo a mi alrededor está palpitando de alegría por las vacaciones de primavera. El polen alérgeno está volando libremente en todas direcciones. Así que yo también me he permitido el lujo de almorzar fuera de casa haciendo uso de mi libertad. Ha sido un magnífico comienzo de la Semana Santa de este año 2010.

Soy una japonesa a la que le encanta el SUSHI. Hoy he ido al restaurante donde se ofrece SUSHI. Cuánto tiempo sin comerlo, me he sentido muy contenta. Además, yo misma no tuve que cocinar nada. Bueno, la razón principal por la que me siento con ventaja es que puedo comer a gusto cualquier variedad culinaria.

Además, he comido TEMPURA. Esa especialidad también forma parte de la típica gastronomía japonesa. Ha sido un TEMPURA buenísimo. El rebozado quedaba muy fino porque se fríe muy bien con una harina especial que le da un toque muy ligero.

Tengo un recuerdo sobre el TEMPURA que todavía queda como un trauma en mi cabeza. Cuando era estudiante de bachillerato, había una asignatura de quehaceres domésticos. Principalmente, en esa asignaura aprendíamos aspectos de nuestra vida cotidiana tales como el vestido, el alimento y la vivienda. Había una clase de prácticas de cocina. En esa asignatura estábamos divididos en clase por equipos y siempre cocinábamos algo. Recuerdo el día que cocinamos TEMPURA.

Había seis personas en nuestro equipo. Eran mis compañeras de clase. Desgraciadamente, a ninguno de los miembros de nuestro equipo les gustaba cocinar, ni se les daba bien. Encima, en aquella época, yo no cocinaba casi nunca, es que normalmente mi madre cocinaba para todos nosotros. Bueno, eso es una excusa, la verdad es que no me gustaba cocinar ya desde entonces.

Cocinábamos TEMPURA mirando la receta y preguntándole algo a nuestra maestra. Pero os revelaré un increíble misterio. Pese a que cocináramos como decía la receta, la terminación no fue como el TEMPURA correcto que aparece en la foto de abajo, sino más bien era un TEMPURA orondísimo. Es decir, nuestro TEMPURA se cubría con los michelines del rebozado. ¡Un TEMPURA gordísimo! Aunque nosotras mismas lo habíamos cocinado, nos sorprendimos tremendamente con el resultado.

Después de esa experiencia, aunque ya ha pasado mucho tiempo, nunca he cocinado TEMPURA. Sí, soy una japonesa que no puede cocinar el TEMPURA, pero sabe disfrutarlo.



El almuerzo de hoy 26 de marzo de 2010:
Cerveza bien fría.
SUSHI surtido.
TEMPURA de verduras.
Postre de helado de nata frito.
Degustado y paladeado por Macarena.

jueves, 25 de marzo de 2010

Puches de arroz

Siempre he sido de buena salud y raramente me resfriaba. Sin embargo, al comienzo de mi vida en España creo que, sin darme cuenta, estaba muy nerviosa y estresada. Por eso, frecuentemente, he visto cómo mi condición física se resentía. De repente, bien tenía un ataque de fiebre muy alta un día, o bien, vomitaba otro día todo lo que había comido.

Bajo esta situación, el gran problema era la comida. Tenía que comer algo, pero no podía cocinar, no sólo es porque no me gustara cocinar, sino porque no tenía ni fuerzas. Además, físicamente también era difícil salir de casa para comprar algo. Encima, aunque fuera posible salir, había otra razón de peso, no se vendía lo que me apetecía.

No sé qué se come en España cuando se está enfermo. En Japón, normalmente, se comen puches de arroz. Creo que así se llama al arroz cocido con mucha agua. Es digerible, así que lo como cuando estoy mal. Además, allí se venden puches de arroz precocinados en cualquier tienda. Entonces, con un sólo calentamiento, puedo tomarlo. Es muy conveniente cuando estoy enferma. Por supuesto que puedo cocinarlo, pero a veces resulta difícil cuando sufres la fiebre muy alta.

Cuando tenía fiebre alta en España, me sentía muy rígida. No podía ni levantarme, tampoco podía salir de la cama. Encima no podía preparar nada de comida, pero necesitaba comer algo.

Un día que tuve mucha fiebre mi compañero de piso me preparó una comida y me la trajo después de un rato de cocina. Le estaba muy agradecida. Era una sopa. La sopa llevaba jamón, queso, huevo, fideos, zanahorias, cebollas, etc. Bueno, su sabor no estaba nada mal, pero sentía mucho no poder comérmela. Es que estaba bastante aceitosa. Cuando vi el aceite flotando en la superficie, se me quitaron las ganas de comer. Era muy duro para una enferma.

Después de esto, él me preguntó: "¿Qué puedes comer entonces?" Yo le contesté: "Quiero comer puches de arroz." Y, si fuera con UMEBOSHI, sería fantástico. No está de más decir que el UMEBOSHI es una ciruela seca y bañada en sal. Pero lo que él me dijo luego me sorprendió: "Eso parece comida para enfermos." ¡¡¡Sí, sí!!! ¡Yo estoy enferma ahora mismo! Aún no sé qué se come normalmente en España cuando uno está mal.



El almuerzo de hoy 25 de marzo de 2010:
Arroz en blanco.
Berenjena asada con bonito seco y salsa de soja.
Ensaladilla de pepino, pasas, apio, atún y tomate.
Zanahoria y pimiento verde salteados con un toque de sésamo.
Elaborado entre fogones por Macarena.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Había cometido dos errores

Hay comidas que no son corrientes en Japón. Así que cuando acababa de llegar aquí, cometí dos errores a la hora de disfrutar de la comida.

En primer lugar, el queso. En cuanto a mi vida en Japón, el queso estaba reservado para la pizza y para la tostada, o sea, que no había, ni comía queso viejo, curado, etc. En un supermercado general no se venden tales quesos, ni nada que se le parezca.

Tengo que ir a un supermercado de primera clase o a los grandes almacenes. Pero como no me gusta cocinar, nunca me he acercado a un supermercado de primera clase. Así que mi primera experiencia comiendo estos quesos fue en el bar español. Cuando pedí queso en el bar, me ofrecieron uno bien normal en España pero nada común en Japón.

El queso se corta dándole forma de triángulos. El borde del queso es duro y se llama corteza, es que se cubre con algo para que se conserve mejor. Como nunca había comido un queso igual en Japón, me lo comí todo, es decir, me comí incluso el borde. Es que no se come el borde del queso. ¡No sabía nada !

Sólo me di cuenta de mi error cuando comí este tipo de quesos con unos españoles. Más adelante, fui a un bar con unas japonesas y cuando pedimos queso, una de las chicas dijo: "Esta parte no se come. Yo no lo sabía. Así que lo he comido hasta hace poco." Menos mal que no sólo me había pasado a mí.

En segundo lugar, los altramuces. No los he visto nunca en mi país. Cuando iba al bar, había mucha gente que se los comía. De modo que yo también los pedí para probarlos. Me gustaron mucho. Están un poco salados y acompañan muy bien a una buena cerveza. Es una combinación perfecta, no podía parar de tomarla.

Sin embargo, como antes no los había comido nunca, me los comía sin dejar rastro, o sea, que también me zampada la piel. Sólo cuando fui a un bar con unos españoles, me di cuenta de que no se come la piel. ¡Tampoco lo sabía!" Después, cuando fui al bar con unas japonesas y pedimos los altramuces, una de las chicas dijo: "El pellejo no se come. Yo no lo sabía. Y los he comido hasta hace poco." Menos mal que no era sólo yo.

Así que es muy peligroso ir al bar sin amigos locales. Sin darme cuenta, probablemente cometa muchos errores y corra el riesgo de sufrir una indigestión. ¡Oh, qué vergüenza! ¿Qué errores seguiré cometiendo todavía?




El almuerzo de hoy 24 de marzo de 2010:
Aperitivo de tomate natural y pepino.
Aperitivo de queso súper viejo.
Nidos de espinaca a la salsa de nata con setas "porcini", salchichas, ajo y cebolla.
Salmorejo de remolacha con huevo duro.
Elaborado entre fogones por Macarena.

martes, 23 de marzo de 2010

El pañuelo de papel

Mi alergia empezó a manifestarse desde este domingo pasado. Cada día tengo menos ganas de cocinar. En esta época, lo que más consumo es el pañuelo de papel. En mi casa pongo estratégicamente varias cajas de pañuelos faciales por todas partes. Y siempre que salgo de casa, llevo conmigo más de tres paquetes de pañuelos de papel. Por supuesto que todos son para mi nariz. Es que ese espanto sobrepasa toda imaginación.

Hay una cosa muy incómoda para una alérgica como yo. Me refiero a la calidad del pañuelo de papel. En España, el pañuelo de papel de los paquetes de bolsillo es tan grueso que su uso me resulta incómodo cuando me limpio la nariz.

En Japón, hay muchas ocasiones en las que se reparten por la calle los paquetes de pañuelos de papel. Eso funciona como un anuncio que hacen algunas empresas y tiendas para promocionarse. Así que, normalmente, los paquetes llevan un envoltorio de plástico donde se adjunta la propaganda promocional. Pero bueno, estas campañas publicitarias nos aportan unos paquetes muy valiosos en la época de la alergia.

Es que nunca me parece tener suficientes pañuelos. Por eso, aceptaba agradecida ese reparto. Me he apartado del tema. Lo que quiero decir es que la calidad del pañuelo japonés es la misma que la de la caja de pañuelos faciales. Normalmente, es de doble capa y muy suave. Estoy acostumbrada a esa calidad desde que era niña, así que no puedo aguantar la incomodidad del pañuelo español.

Normalmente, el pañuelo español es de cuatro capas y la hoja es más áspera que la de Japón. Más que un pañuelo es una servilleta, así que para limpiarme la nariz resulta demasiado tieso. Mi nariz es de fabricación japonesa y no puede soportarlo.

Así que yo divido en dos cada pañuelo de cuatro capas. Es decir, el paquete de pañuelos de papel que compro tiene diez juegos de pañuelos de cuatro capas. Sin embargo, como separo cada juego en dos partes de dos hojas, consigo que un paquete tenga veinte juegos de pañuelos de dos capas. No es porque sea tacaña, ni ahorradora, sino porque la sensación tras su uso es muy agradable. Además, puedo aprovechar un paquete el doble de veces. Así que mi nariz está más atendida y recibe menos daño.

El inconveniente que le veo es que, cuando divido el pañuelo, me siento muy pobre. Si alguien me viera dividiendo el pañuelo, seguro que pensaría que soy demasiado ahorradora. Así que prefiero hacerlo sin ser vista por nadie.


El almuerzo de hoy 23 de marzo de 2010:
Plato combinado de arroz frito con carne de pollo, repollo, cebolla, apio y huevo, tomate natural, espárragos y salchichón.
Yogur natural y manzana verde con fresas.
Elaborado entre fogones por Macarena.

lunes, 22 de marzo de 2010

¡Qué leche!

Ya desde que era muy niña, a mí no me gustaba mucho beber leche. Como os contaba en la entrada anterior, cuando era alumna de primaria, almorzaba en la escuela con mi profesor y mis compañeros de clase.

Al principio del mes, nos repartían la carta del menú de las comidas de ese mes. El menú del almuerzo variaba diariamente, pero había algo que se repetía todos los días. Me refiero a la leche.

Como la leche es un alimento que tiene muchos nutrientes que son tan importantes para el crecimiento de los niños, siempre nos ofrecían 200 ml de leche durante cada almuerzo. Aunque no me gustaba tanto, no podía dejarla sin beber. Así que me la tomaba siempre.

Pero la verdad es que no me gustaba mucho antes y tampoco ahora. Lo mismo me pasa con la cocina, es que no me gusta cocinar. El porqué es que la leche es un líquido que tiene un color blanco opaco. No tengo otra razón. Ya está. No es nada razonable. Pero así soy yo.

Bueno, así que puedo tomarla, pero normalmente no la tomo. Sin embargo, me gustan los productos lácteos. Sobre todo el queso, cuanto más viejo, más me gusta. También el yogur y, por supuesto, el café con leche me encanta. Lo único que pasa es que no me gusta beber la leche directamente tal y como es. Si se mezcla con algo, ya no hay problema.

Vale que la leche no me interesa mucho, pero cuando vi la que hay en España, me llamó mucho la atención. La leche española tiene una fecha de caducidad muy lejana. Ahora mismo la leche que tengo en casa tiene la fecha de caducidad del uno de julio de 2010. Todavía puede durarme más de tres meses.

La leche que yo compraba en Japón tenía una fecha de caducidad muy cercana. Normalmente, había que consumirla dentro de una semana. Y también me sorprendió que la leche española puede conservarse fuera del frigorífico antes de abrirla. En el caso de Japón, naturalmente, tenía que guardarla en el frigorífico. Es que allí la leche es fresca, así que tenemos que consumirla rápido y por supuesto que necesitamos conservarla en el frigorífico.

Así que cuando reflexioné sobre la fecha de caducidad de la leche de España, pensé dos cosas. En primer lugar, que seguramente la leche española llevaría como aditivos muchos conservantes para que no se echara a perder. En segundo lugar, que el metabolismo de los españoles estaría acostumbrado a consumir la leche a medida que se fuese descomponiendo. Como sólo estaba familiarizada con la leche japonesa que se pudre tan pronto, la leche española era muy misteriosa para mí.

Cuando vivía en Japón, se me pudría la leche frecuentemente, aunque la conservara en el frigorífico. Pero ahora no tengo ese problema. Para tomarme un buen café, siempre cuento con una caducidad de larga duración.


El almuerzo de hoy 22 de marzo de 2010:
Plato combinado de hamburguesa casera con salsa, brécol, tomate natural, ensaladilla de patatas con pasas y arroz en blanco con un toque de perejil.
Ensalada de lechuga, zanahoria, alga marina "WAKAME" y sésamo.
Elaborado entre fogones por Macarena.

domingo, 21 de marzo de 2010

Mi olfato

El queso que ayer me comí para el almuerzo olía fatal. Era queso viejo, casi me mata, pero en mi experiencia con el queso, éste ha sido el que peor olía. ¿Cómo puede emitir un olor tan fuerte? Sin embargo, necesariamente, he de reconocer que tenía un sabor fantástico. El queso nunca romperá la regla de que cuanto peor huele, mejor sabe.

A decir verdad, tengo muy buen olfato, sobre todo, funciona muy bien para la comida. Afortunadamente, lo descubrí hace bastantes años.

Cuando trabajaba en un gimnasio como recepcionista, tenía una compañera que era entrenadora. Ella siempre pasaba por delante de la recepción donde yo estaba. Cada vez que pasaba, decía: "¿Quién ha comido ajo? Aquí huele a ajo."

En esa época, me había metido de lleno en el mundo del ajo. Casi todos los días lo comía con pasta. Pero era poca cantidad, la justa para la salsa. Además, yo me esmeraba y ponía especial cuidado para no molestar a los compañeros, es decir, no comía ajo antes de ir al trabajo. Ese es el protocolo que se suele seguir en Japón, es algo que mucha gente cuida una vez que es adulto.

Y me pregunto si ella lo diría pensando que yo era la responsable. Siempre estuve trabajando junto a otra compañera en la recepción. Ella nunca me dijo que percibiera ningún olor a ajo. Así que me quedó suficientemente claro que el olfato de la entrenadora funcionaba demasiado bien.

Imagino que ya lo sabéis. Sí, igual que no me gusta cocinar, a mí tampoco me gusta perder. Su olfato hipersensible encendió mi espíritu de lucha. Desde entonces, empecé a entrenar mi olfato.

La manera de hacerlo era como os voy a explicar a continuación. Siempre trataba de adivinar lo que comían mis compañeros en sus almuerzos. Inesperadamente, el olor se les pegaba en la vestimenta. Así que cuando lo olía cuidadosamente, sencillamente podía distinguir qué olor era.

Cada vez que iba al trabajo, lo entrenaba. Llegó un momento en que descubrí, para mi sorpresa, que ya tenía bastante buen olfato. Un día que trabajaba como siempre en la recepción, me di cuenta de que olía a "Yakisoba". ¿Quién lo estaría comiendo? Lo olía muy claramente. Así que pensaba que alguien que comía "Yakisoba" estaba muy cerca de mí. Pero no había nadie. Sólo estaba conmigo una compañera, pero me dijo que no olía a "Yakisoba".

A pesar de eso, yo tenía confianza en mi olfato, era seguro que olía a "Yakisoba". Así que preguntaba a mis compañeros cuando pasaban por delante de la recepción. ¿Has comido "Yakisoba"?

Al final, un compañero me dijo algo increíble: "Ah, un compañero lo está comiéndolo en la sala de descanso." ¡Bingo! ¡Mira! ¡No menosprecies mi olfato! Entonces mi compañera me dijo con la boca abierta de asombro: "La sala de descanso está súper lejos..."

La verdad es que la sala de descanso estaba muy lejos de la recepción. Además, de por medio habían dos puertas cerradas entre la sala y la recepción. Encima, no había nadie que sintiera el olor a "Yakisoba", excepto yo. Ese fue el día en el que mi olfato floreció.

Lo que quiero decir es que, como tengo muy buen olfato, nadie puede comer algo secretamente a mis espaldas sin que yo lo detecte. Así que después de eso, mis compañeros me avisaban sin falta cuando alguien traía alguna comida.



El almuerzo de hoy 21 de marzo de 2010:
Aperitivo de brécol. Sí, hoy he descubierto su verdadero nombre español.
Plato combinado: Filete de cerdo con huevo frito, tomate natural y pimiento asado con un toque de bonito seco.
Sopa de MISO con alga marina "WAKAME", puerro y zanahoria.
Arroz con zanahoria, jengibre y alga marina "KOMBU".
Elaborado entre fogones por Macarena.

sábado, 20 de marzo de 2010

Mis recuerdos sobre los bocadillos

Si alguien me preguntara que si me gustan los bocadillos, yo le contestaría que no mucho.

Cuando vivía en Japón, me gustaba mucho comer un sandwich con el café. Me gusta el sandwich con cualquier tipo de relleno. Por ejemplo, el sandwich de huevos duros, el de jamón cocido y queso, el de verduras, el de fruta con nata, etc.

Sin embargo, el bocadillo no me gusta tanto como el sandwich. Básicamente, es por tres razones. En primer lugar, la proporción de tropezones es demasiado pequeña comparada con el grueso del pan. En segundo lugar, el pan del bocadillo es de corteza dura y seca si se compara con el pan de molde, necesito tomar mucho líquido mientras lo como. Es que me siento como si el pan absorbiera todo el líquido de mi interior. En tercer lugar, mi busto está lleno de migas de pan, después de que me lo coma. Eso me hace parecer una niña pequeña. Por supuesto que esto sólo son mis opiniones personales.

Por el contrario, me gustan el "montadito" y el "serranito". Son perfectos por la proporción que guardan entre el pan y los tropezones del relleno. Además, es que los dos congenian la mar de bien con una buena cerveza. Así que, aunque no me gusta cocinar, a veces, me hago mi propio serranito en casa. Es que yo no escatimo esfuerzos para acompañar bien una buena cerveza.

Sin embargo, hay un bocadillo que me gusta bastante. Es el típico bocadillo de calamares que puedo disfrutar en Madrid. Al principio, me parecía que metían los calamares a la fuerza en el pan. Además, a primera vista, daba la impresión de que sería incómodo comerlo. Pero una vez que lo probé me gustó mucho. Es que está muy bueno con una buena cerveza. ¡Qué buena pareja hacen!

Ahora me he dado cuenta de que el bocadillo viene bien con la cerveza. Así que si ahora alguien me pregunta: "¿Te apetece un bocadillo de calamares?", yo contestaré: "Sí, con una cerveza bien fría."

Por último, ahora recuerdo una anécdota divertida que viví hace cinco años. En aquella época, me resultaba muy difícil distinguir entre las palabras "llave", "llevar", "llover" y "llorar". Podéis imaginaros la cara que puso el camarero del bar cuando le pedí: "Un bocadillo de jamón para llover." Sí, quería decir "uno para llevar".


El almuerzo de hoy 20 de marzo de 2010:
Pan de pita con lechuga, tomate, pepino, pasas, tortilla y pollo a salsa TERIYAKI.
Queso súper viejo.
Yogur natural azucarado.
Elaborado entre fogones por Macarena.