sábado, 10 de abril de 2010

La diferencia de sentido

Durante una semana, experimenté haciendo bizcochos con mi nuevo horno. Parece que todavía me queda un largo camino para dominar los botones de la máquina, pero por ahora estoy muy satisfecha.

Lo que más me costó fue el consumo de los bizcochos que elaboré. Aunque los consumiera en cada merienda y desayuno, al día siguiente otra vez hacía uno nuevo, así que fue como una competición muy reñida. Además, el objeto principal por el que yo hice los bizcochos no fue porque quería comerlos, sino porque quería aprender a utilizar mi horno nuevo. Por eso, al final, tuve que recibir ayuda de los españoles porque sé que les gustan los dulces.

Probé varias recetas de bizcochos. Sobre todo, cada receta era diferente en la cantidad de azúcar y mantequilla. En Japón, hay muchos pasteles que están dosificados por la dulzura y tienen mucho éxito. Eso es porque yo creo que no sólo a mí, sino que también a muchos japoneses no se les da bien algo demasiado dulce. Así que las recetas que yo consultaba eran variadas, o sea, que las había con mucha azúcar y mantequilla, y las había con menos azúcar y mantequilla.

Afortunadamente, todos los bizcochos estaban muy ricos. El que a mí me gustó más fue el que tenía menos azúcar y mantequilla. El que tenía más azúcar y mantequilla fue un poco demasiado dulce para mí. Por el contrario, los españoles que probaron mis bizcochos hicieron los máximos elogios al que tenía más azúcar y mantequilla. Por supuesto que otros les gustaron también, pero comparándolos estaba claro que los menos dulces les gustaban menos.

Así que aprendí lo siguiente. Aunque les regale a los españoles algo dulce que a mí me gusta o considere con el dulce justo para mí, probablemente ellos se sientan descontentos con el dulce. ¡Qué complicado es vivir fuera de mi patria!

A propósito, hay otras cosas con sentido diferente para los españoles. Un día, quedé con un español a las once de la mañana. Yo, como soy japonesa, por supuesto que estuve totalmente preparada a las once de la mañana. Sin embargo, recibí un mensaje que decía que llegaría un poco tarde. Bueno, yo estaba tranquila, además pensaba que él era bastante educado porque me avisó de que llegaría un poco tarde.

Pensé que "un poco" serían quince minutos más o menos. Pero él no llegaba. Bueno, pensé que "un poco" sería dentro de treinta minutos, es que esto no es Japón. Pero no llegó. Desde ese momento, me sentí inquieta y furiosa. Al final, él llegó dos horas después de la hora convenida. No me imaginaba que dos horas pudiera ser considerado "un poco" en este país, todavía tengo mis dudas.

Otro día me ocurrió también una cosa sorprendente. Quédé con unos españoles a las cinco de la tarde. Como siempre, yo llegé adonde habíamos quedado a las cinco de la tarde. Como suele ocurrir, los españoles no estaban a las cinco de la tarde. Pero bueno, sabía que tenía que esperarlos hasta cierto punto. Como no recibí noticia de que llegarían un poco tarde, pensaba que podríamos vernos dentro de un rato por lo menos. Los esperé y esperé hasta las seis de la tarde. Pero todavía no llegaron. Ya tenía que llamarles, yo tenía que llamarles aunque yo llegé puntualmente. Al final, nos encontramos a las seis y media. No imaginaba que quedando a las cinco pudiéramos encontrarnos a las seis y media, me sorprendí.

Así que hay muchas diferencias de sentido entre los españoles que conozco y yo, una japonesa normal y corriente. Para hacer buena amistad con ellos, necesito conocerlos mucho más. Voy a ordenar lo que aprendí hasta hoy. En primer lugar, no existe el dulce dosificado en los pasteles. En segundo lugar, "un poco" puede significar dos horas. En último lugar, hay diferencia horaria entre la hora citada oralmente y la hora citada realmente.



El almuerzo de hoy 10 de abril de 2010:
Aperitivos de tomate al natural y chorizo picante.
Pan de pueblo con maíz, beicón, queso y salsa de tomate.
Pan de pueblo con atún, queso y mayonesa.
Ensalada de lechuga, pepino y pasas.
Preparado y horneado por Macarena.


La cena para disfrutar el clásico futbolístico de hoy 10 de abril de 2010:
Aperitivos de cabecero de lomo, mejillones, boquerones, mojama, queso súper viejo.
Paté a las finas hierbas, queso fresco y tomate natural, alcachofas con salsa mayonesa.
Picos, regañás y palomitas saladas.
Todo disfrutado con unas cervezas bien frías y preparado con esmero por Macarena.

8 comentarios:

  1. Si quedo con alguien y aparece dos horas tarde le mato, será que no soy suficientemente español. Yo suelo llegar puntual y por si acaso se lo advierto a la gente para que no me hagan esperar que es una falta de respeto muy grande!

    Saludos

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  2. Es verdad que en España la gente es más impuntual que en otros sitios, pero tus amigos baten el récord. De verdad que a mí nadie me hace esperar una hora, a los 20 minutos ya no me encuentran, y menos si no me han avisado.

    Yo soy una persona bastante puntual, odio esperar y, por tanto, hacer esperar a los demás. Lo que sí es cierto es que a algunos amigos ya les tengo el truco cogido: sé que llegan entre 20 y 30 min. más tarde de la hora convenida. Así que ya sé que tengo que dejar mi puntualidad en casa cuando quedo con ellos.

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  3. Mi record de esperar a un amigo mio fue de una hora. No le di plantón pero si que me encontró con cara de pocos amigos. Si te o preguntas, continuamos con nuestra amistad (además que es mi mejor amigo, aunque sea un desastre con el reloj).
    Paciencia...que es la madre de la ciencia ;-)
    Un abrazo !!

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  4. Hola, Biruvito. Ja, ja, ja, ja, ja, ja. ¡Qué fuerte eres! Pero es verdad, yo también hubiera querido enviarle a la cárcel. Es que él cometió un delito muy grave, me robó dos horas de mi tiempo. Puede que él estuviera bajo los efectos de una sobredosis de español. Ja, ja, ja, ja, ja, ja. Saludos.

    Hola, David. Estoy totalmente de acuerdo contigo. A mí no me gusta nada hacer esperar a nadie, para mí es peor que esperar a que lleguen los demás. Así que intento llegar puntualmente sea como sea. Últimamente, puedo aprovechar el tiempo de espera para estudiar español escuchando algo con mi Ipod. Eso funciona bien para que no me irrite. Saludos.

    Hola, Nuria. Es muy dificil reaccionar si tu mejor amigo es impuntual. A la gente impuntual no le importa nada llegar tarde y eso no me lo puedo creer. Todavía no han comprendido el valor del tiempo. No saben que es valioso porque es irreemplazable. Pero en realidad, hay mucha gente así, tanto en España como en Japón. Como antes comenté, me sienta mejor esperar que hacer esperar a los demás. Creo que tengo suerte. Saludos.

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  5. Es la primera vez que entro en este blog (que por cierto me está resultando muy interesante) y mi segundo comentario también se refiere a la puntualidad.
    Llegar tarde es de muy mala educación aunque se trate de tu mejor amigo, porque si de verdad es tu mejor amigo, debería saber que tu sí eres puntual y que es una falta de respeto hacerte esperar. Hace años en mi cuadrilla de amigos, reeducamos a una impuntual (de esas que llegan a la hora de haber quedado) a base de marcharnos si no estaba a la hora señalada o empezar a comer o cenar y no dejarle nada si la comida era en casa de alguien.

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  6. Hola, Sol. ¡Qué bueno es reeducar! ¿Y qué le pasó después? ¿Se ha corregido el impuntual? Pero ese impuntual tiene muy buenos amigos. Normalmente nadie quiere reeducar a otro, excepto si son sus padres. ¿O tampoco los padres quieren? Saludos.

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  7. Por lo menos con nosotros espabiló, nos costó pero, a fuerza de quedarse sola o sin comer más de una vez, no volvió a llegar muuuuy tarde, apenas diez minutos.

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  8. Hola, Sol. ¡Qué bien! ¡Funciona! Diez minutos es una espera aceptable. Seguro que le afectó mucho quedarse sin comer más de una vez. Saludos.

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