jueves, 10 de junio de 2010

Soy una chica con bajo presupuesto

Lo que me costaba mucho trabajo cuando estudiaba español en una academia era leer algo en español. Era imposible leer algo en la clase, es que no había ningún tiempo para consultar el diccionario. Era imposible preguntarle al profesor el significado de cada palabra que no conocía, porque había demasiadas palabras nuevas. Después de leer un texto era imposible decir mi opinión, porque no me enteraba de nada. De todos modos, al principio, se me daba fatal leer algo en español.

Cuando al final de la clase nos mandaba los deberes para encargarnos leer algo, era todo un castigo. Es que tenía que consultar el diccionario para casi todas las palabras de la página y dedicaba la mayor parte de mi tiempo sólo en buscar el significado de cada una de todas aquellas palabras. Me volvía loca y me sentía harta hasta las narices.

En la clase, se utilizaba como lectura diaria el periódico que se distribuía gratuitamente por la calle. Teníamos que leer un artículo que nos interesara y después hablábamos sobre ese tema. Mientras iba de camino a la academia, yo conseguía alguno de esos periódicos que luego leíamos en clase, pero no podía entender los artículos de esos periódicos durante el poco tiempo que le dedicábamos en clase. Sólo quince minutos para leer algo que los demás entendían a la primera. Yo me preguntaba si mis compañeros de clase eran de verdad extranjeros.

Sin embargo, de repente un día me di cuenta de que podía leer y entender algunos artículos de la prensa gratuita. Por supuesto que no conocía todas las palabras que salían en los artículos, pero podía entender de qué trataba la noticia. Recuerdo bien cuántas alegrías me llevé. Tardé más o menos dos años en poder leer los periódicos gratuitos sin dificultad. Después de esto, incluso llegaba a gozar con los periódicos gratuitos.

Aunque tenía un poco más de confianza en mí misma para leer el español, todavía no tenía nada de confianza en mí misma para hablar español, así que iba a otra academia. Como yo no podía hablar nada bien comparándome con otros alumnos, mi profesor me preguntó que si leía algo diariamente. Y yo le contesté que leía periódicos todos los días. Él me preguntó que qué tipo de periódicos leía. Yo le dije que leía los periódicos gratuitos. Él me dijo que esos ya no me ayudarían mucho. Y me recomendó que leyera periódicos que no fueran gratuitos, y especialmente los textos de opinión. Me dijo que tenía que descartar los periódicos gratuitos si quería mejorar mi español.

Como yo soy muy dócil, obedecí su consejo. Ya tenía mucha confianza en mí misma para leer español, así que creía que podía leer los periódicos de pago sin ninguna dificultad. Pero hasta entonces, no había comprado periódicos, es que en España podía recibirlos por la calle gratuitamente. Me gustan los periódicos, así que me sentía muy alegre imaginando que compraría alguno en el kiosco y que lo leería en la terraza tomándome un café en mi taza preferida. Bueno, aunque no tengo terraza, la imaginación es gratuita.

No podía olvidar un golpe gigante cuando leí una parte de opinión de un periódico de pago por primera vez y todavía me ha traumatizado bastante. El artículo era tan difícil para mí que no pude entenderlo bien, incluso ni con la ayuda de mi diccionario. La confianza que tenía en mí misma se derrumbó de un golpe. Me parece que hay mucha diferencia de nivel de español entre el periódico gratuito y el periódico de pago. Puedo disfrutar leer el periódico gratuito totalmente, pero por otro lado se sufre muchísimo al leer el periódico de pago.

Ahora todavía no tengo ganas de leer el periódico de pago por el miedo que siento a su lectura. ¡Ah, mi español, mi español! Siento mucho que soy una chica con bajo presupuesto. No quiero renunciar a mi cerveza diaria para comprar un periódico de pago. Mi presupuesto económico se conforma con un periódico gratuito. ¿Podré llegar a ser algún día una chica con un español de alta calidad?



El almuerzo de hoy 10 de junio de 2010:
ONIGUIRI de KATSUOUME.
Tortilla japonesa.
Judías verdes aliñadas con la salsa de sésamo negro y blanco.
Elaborado entre fogones por Macarena.

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