sábado, 6 de noviembre de 2010

Cuando me siento insegura de mí misma

Aunque no me gusta cocinar, últimamente, he hecho pan casero frecuentemente. Desde el pan de molde hasta el bollo, el pan dulce, el pan combinado con algo, etcétera. Ya no sé cuánto tiempo llevo sin comprar en la panadería el pan para el desayuno. Aunque suene muy profesional, en realidad, tengo una magnífica máquina panificadora y un magnífico horno microondas. Así que para ser exacta, mi máquina panificadora amasa la masa de pan, y mi horno microondas hornea la masa amasada de pan. Yo sólo le doy forma a la masa y la pongo en una bandeja especial para hornear y, si detallo un poco más, mi trabajo más responsable es comerlo y darme esa satisfacción a mí misma.

Lo que pasa es que es necesaria la levadura para hacer pan. Y normalmente uso la levadura seca. Pero conseguir esa levadura seca ha sido inesperadamente dífícil. Es que no se vendía en cualquier supermercado. Después de haberla buscado mucho por todos los sitios, he descubierto que no se vende en los establecimientos de mi barrio, de modo que tengo que ir a echar un vistazo en los hipermercados.

Afortunadamente, hay un hipermercado más o menos a diez minutos de casa andando. Ese hipermercado no es mi opción principal, aunque tengo que ir allí sólo para comprar la levadura seca. Una cajita con cinco sobres de levadura cuesta en ese hipermercado un euro y cuarenta siete céntimos. No sé si el precio es razonable o caro, porque no hay opción de compararlo con el de otros supermercados. Es que no se vende. Así que siempre la compraba allí.

Sin embargo, hace poco que fui a otro hipermercado y allí encontré la misma levadura seca que uso simepre. Además, para mi sorpresa, cuesta un euro y treinta cinco céntimos. ¡¡¡Doce céntimos más barato que en el otro hipermercado!!! ¡Madre mía! ¡Qué noticia más positiva para mí, es que yo soy una persona bien ahorradora!

Fue un suceso fortuito y muy dichoso para mí. Cuando calculé el ahorro y pensé que utilizaría ese ahorro para comprar mi cerveza, me sentí tan feliz que no pude quitarme la sonrisa durante todo el camino de vuelta a casa.

Así que he cambiado de hipermercado para ahorrar doce céntimos por cada caja de levadura. Sin embargo, a veces, una duda aparece de repente y me siento muy insegura de mí misma. Ahora para ahorrar doce céntimos, voy a un hipermercado a treinta minutos andando, sólo para la ida. Antes, sólo tardaba diez minutos para ir al primer hipermercado. Ahora tardo tres veces más. ¿Mi comportamiento será razonable? El tiempo no se puede comprar ni con dinero. Acaso me estoy equivocando. ¿Es que me vuelto demasiado ahorradora?

 
El almuerzo de hoy 6 de noviembre de 2010:
Arroz con setas variadas.
Ensalada de lechuga, zanahoria, maíz, tomate y salchichón en rodajas.
Tortilla de carne de cerdo picada, pimiento verde y cebolla.
Pera al natural.
Elaborado entre fogones por Macarena.

2 comentarios:

  1. Hola buenas noches!!

    Con respecto a tu inseguridad (¿quién no tiene alguna inseguridad hoy en día?), tal vez para una persona no ahorradora le puede parecer una locura andar el doble por 12 céntimos. Pero hay que valorar si te gusta la caminata, si mientras vas piensas en otros problemas y los arreglas, o si hay algún cajero, digamos especial, jejejeje. También puedes combinar, el día que hay sol vas y el que llueva no. Tampoco es una mala solución.
    Por cierto, ¿te puedo contratar como contable para que me ayudes en mi economía?. Tranquila que las caminatas me las daré yo, jejeeje. ¿Puedo probar el pan?. ; o)

    Gracias por leerme.
    Buenas noches!!

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  2. Hola, Miguel Ángel. Es verdad. Es necesario examinar todo desde distintos ángulos. Me encanta analizar algo multilateralmente. Claro que puedo ayudar a tu economía como contable. Pero cuanto más altas sean las cifras, menos funciona mi cabeza. Lo que se me da mejor es el mundo de los céntimos. Creo que se llama “microeconomía”. Jejeje. Saludos.

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