sábado, 18 de diciembre de 2010

El transcurso del tiempo

Asisto regularmente a una clase a la que sigo apuntada desde hace más de dos años y este periodo es el tercero. Antes de mi clase, hay alguna clase para niños y me cruzo con muchos de esos niños a la hora de empezar mi clase.

Fue hace dos años cuando vi a ese niño por primera vez. Él participaba en una clase anterior a la mía. Me impresionó mucho porque el color de sus ojos era de un azul muy intenso, tenía el cabello muy rubio y la piel muy blanca. Me dió la siguiente impresión: ¡Qué lindo es aquel niño europeo!

Aunque había visto a muchos niños muy españoles, aquí no había visto a un niño tan europeo como él lo era para mí. Y ese niño todavía era bajo y no había mudado la voz, así que más que guapo me parecía muy lindo.

Más tarde, cuando lo he visto unos meses después, me sorprendí mucho porque su voz era la de un hombre, aunque su apariencia era tan linda como antes. Me dejé llevar por una emoción profunda pensando que así iba metamorfoseándose un niño en un hombre adulto.

Un cambio se había producido y no era sólo su voz. Por entonces, su actitud iba cambiando poco a poco. Antes era un muchacho bastante ingenuo y todavía era muy niño. Pero después de obtener su voz de adulto, desapareció su inocencia. Ya era un chico bastante europeo.

En cambio, él mantenía sus ojos muy azules y su cabello muy rubio. Sólo su piel iba tostándose diariamente y ahora tiene una aparencia más morena y sana. A mí me gustaría que él siguiera teniendo su piel blanca, pero bueno, él no tiene nada que ver conmigo, claro.

Hace poco que vi a ese chico desde muy de cerca y después de pasar mucho tiempo. Como antes, él era bajo de estatura, pero su aspecto era más adulto que antes. Él iba creciendo poco a poco para acercarse a la madurez de un hombre adulto. Sus ojos permanecían igual de azules, tampoco cambiaba el color de su pelo. Me alegraba mucho porque él seguía siendo un europeo tal como yo imagino.

Esta vez, él llevaba un pantalón corto, así que yo podía ver sus piernas al aire. Sus piernas estaban bastante tostadas por el sol, ya lucían la tonalidad morena de muchos españoles. Pero un momento después, me di cuenta de que algo iba invadiendo sus piernas. Sí, era el pelo. Sus piernas iban siendo velludas. ¡Por Dios! Hace dos años sus piernas parecían tener un tacto tan suave que daban ganas de tocarlas, aunque no lo hice, claro. Pero ahora no eran las piernas de un niño, ya eran las piernas de un hombre y me supuso un gran choque visual.

Me sorprende la velocidad de crecimiento de un niño, además, me ha interesado mucho cómo desarolla su aspecto tan europeo. Al mismo tiempo, sentía terror porque mi crecimiento, o sea, mi envejecimiento iría progresando tan rápido como el crecimiento de ese chico europeo. Muy cruelmente, el tiempo pasa muy rápido.

La cena ligera de hoy 18 de diciembre de 2010:
Aperitivos de tomate y pepino al natural.
Verduras al vapor: zanahoria y judías verdes.
Pasta espiral tricolor con salsa al pesto.
Manzana al natural.
Elaborada entre fogones por Macarena.

3 comentarios:

  1. Hola buenas noches!!

    Como te descuides mucho, dentro de poco te invita a su boda, así de rápido pasa el tiempo. Pero me ha extrañado que te hayas fijado tanto en éste chico con rasgos europeos, que es todo lo contrario de tu Rafa, con pelo y ojos negros y muy, muy moreno, no sé, no sé. Será influencia de la dualidad del ying y el yang de la filosofía oriental.
    Por cierto, las mujeres japonesas tardan mucho en envejecer, ten calma, jejejeje.
    ¿Qué pensará de todo esto Rafa?, ; o)

    Gracias por leerme.
    Buenas noches!!

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  2. ¡Hola!

    Ah, nadie puede detener el paso del tiempo (aunque quizás con un condensador de fluzo y un De Lorean...). De todas maneras el discurrir del tiempo también es bello y no hay que renegar de las arrugas. Una cara con arrugas muestra al mundo que hemos vivido.

    ¡Un abrazo!

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  3. Hola, Miguel Ángel. Como no tengo los ojos azules, cuando veo a alguien que tiene los ojos muy azules, los miro con fijeza. Jejeje, esa es mi manía. Mi Rafa es de un rango diferente. Creo que me gustaría aunque él tuviera tres ojos tricolores. Ji, ji, ji. Tal como tú dices, ojalá que las japonesas no envejezcan rápido. Saludos.

    Hola, The Loser. Bueno, entiendo mucho lo que tú dices, pero todavía no quiero usar esa “excusa” de que “el discurrir del tiempo también es bello y no hay que renegar de las arrugas”. Es que una vez que empiece a usar esa excusa, creo que aceleraré mi envejecimiento. ¡¡¡Qué miedo!!! Saludos.

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