sábado, 13 de marzo de 2010

El cajón desastre

Desde ayer, he dado por terminada mi abstinencia cervecera. Ya ha terminado mi sacrificio de cuaresma y por fin acabé tomando cerveza. Y sin embargo hoy, que es el primer fin de semana, me siento muy agotada. No puedo disfrutar nada, aunque esté con mi querida cerveza.

Pero ya me doy cuenta del motivo por el que estoy tan cansada. Es que ahora mi casa está súper desordenada y encima súper sucia. ¡Vaya tela! Se dice que en la habitación se refleja el estado mental de la persona que la usa, así que ahora mi estado mental se mezcla confusamente. Tan sólo hay una posible solución. Sí, hay que ordenar y limpiar, es el único remedio.

No es que me disguste ordenar las cosas, porque a mí me gusta ordenar mis cosas, sino que no soporto el desorden. Por eso me encantan los artículos de ordenación, sobre todo los cajones. Supongo que siento una veneración excesiva por el orden en mis cajones.

Recuerdo con mucha claridad que, cuando era muy niña, mi madre me asignó dos cajones del pequeño armario para que guardara mis juguetes. Todos los días abría mis cajones, sacaba todo el contenido y otra vez lo volvía a guardar dentro. Lo repetía sin cansarme. Creo que me interesaban más los cajones que los propios juguetes.

Así que he contado cada cajón que había en mi casa. Tengo setentinueve cajones. No sé si eso es mucho o poco, pero sin saber el porqué, me siento muy contenta. Pensaba que no he cambiado nada desde niña porque soy una maniática de los cajones. ¿Pero entonces qué desastre es éste? ¿Por qué está así mi casa ahora? Probablemente me hacen falta veintiún cajones más para llegar al orden redondo.

¿Qué sería en mi existencia anterior? Lo tengo claro. Una persona a la que no le gustaba cocinar, que estaba loca por los cajones y que era una intachable amante de la cerveza.




El almuerzo de hoy 13 de marzo de 2010:
Espaguetis a salsa de tomate, brócoli, salchicha, ajo y cebolla.
Ensalada de lechuga, pepino, maíz y tomate.
Mandarinas al natural.
Elaborado entre fogones por Macarena.

2 comentarios:

  1. Me he sentido identificada con lo de los cajones.
    Hace unos años, cuando era más "chica", tenía también dos cajones, pero no eran para los juguetes, eran cajones para los "recuerdo"
    En él colucaba mis dibujos, una piedra de alguna excursión, algun historia escrita por alguien...
    de hecho aún cosevo esos "recuerdos" materiales
    Saludos

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  2. Hola, Menel. Qué bonitos tus cajones llenos de recuerdos. Yo también quiero tratar con cuidado mis recuerdos. Mis dos cajones de niña, ya no existen, pero los recuerdo mucho y permanecen en mi memoria. Saludos.

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