domingo, 25 de abril de 2010

La comida que tiene sentido en su estación

Presumo de poder comer toda la comida, o sea, que no hay ninguna comida que no me guste. Bueno, hay algo que no se me da bien, por ejemplo, los pasteles españoles o la leche. Así que me gustaría superar estas debilidades.

Pero bueno, hoy os hablo sobre los caracoles porque ahora es la temporada aquí en España. La verdad es que a mí me gustan mucho los caracoles, por supuesto que para comerlos. Los caracoles no me interesan tanto para verlos, observarlos, o para tenerlos como animales domésticos, aunque parece que hay quien los prefiere para esto último.

Por supuesto que el primer encuentro con ellos fue en España. Fui a un bar después de la clase de flamenco, claro, para tomar una cerveza bien fría. Una cerveza después de bailar flamenco sienta fantásticamente bien, ya verás, te aconsejo que lo pruebes.

Había dos señores de pie junto a la barra. Cuando me asomé, vi que ellos estaban comiendo los caracoles que yo no había comido nunca. Como soy muy abierta para la comida, tenía ganas de probarlos. Todos los españoles a los que pregunté si una tapa estaba buena me contestaban lo mismo, sin excepción, sobre cualquier comida: "Sí, sí, está buenísimo".

Así que no sé si es o no fiable la respuesta de los españoles. Esa vez también les pregunté: "'¿Están buenos?" La respuesta fue que sí, claro. Es que normalmente la gente está comiendo algo que le gusta y piensa que está bueno. Después de pensarlo detenidamente, mi pregunta me resulta una tontería.

Entonces, ellos me ofrecieron sus caracoles para que yo los probara. Me comí dos chicos. En aquella ocasión no me pareció ni bueno, ni malo, no estaba mal y podía comerlos, pero no estaba clara, aún no lo tenía claro.

Ahora sé que es difícil disfrutar con sólo probar dos caracoles chicos. Tenía que comer más cantidad para comprobar si saben bien o no. Me dí cuenta cuando fui a un bar para pedir una tapa de caracoles. Entonces les cogí el gusto.

No sé cuántos caracoles son para una persona, pero normalmente me sirven un montículo de caracoles equivalente a lo que cabe en una taza grande. Cuanto más los como, más sabrosos me saben. Yo siempre los apuro del todo, incluso el caldo especiado.

Ahora, gracias al desarrollo de la teconología, podemos disfrutar de cualquier comida, aunque no sea su estación. Pero parece que no ocurre lo mismo con los caracoles.

Cuando estamos en la época de los caracoles, veo a los vendedores de caracoles por la calle, también veo letreros donde se dice que hay caracoles en los bares. Eso me gusta porque tengo un sentido de la estación, o sea, puedo disfrutar el cambio de la estación y me puedo dar cuenta de que el verano ya está acercándose.

Como no me gusta cocinar, no he cocinado los caracoles en mi cocina, en su lugar, los disfruto en un bar con una cerveza bien fría. Pero tengo algunas objeciones sobre los caracoles. Mañana os seguiré contando.



El almuerzo de hoy 25 de abril de 2010.
Ración de chocos fritos con jugo de limón.
Tapa de los primeros caracoles de 2010.
Rebanadas de pan, picos y regañás pequeñas.
Una cerveza cruzcampo bien fresquita.
La última foto es lo que queda de los caracoles.
Disfrutado por Macarena.

2 comentarios:

  1. ADVERTENCIA para Macarena: no cocines los caracoles, dejarán de parecerte sabrosos. Yo vi cómo mi abuela los cocinaba una vez y dejé de comerlos. Hay que hervirlos varias veces para que suelten toda la "baba", es asqueroso :(

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  2. De acuerdo, David. Me tomo muy en serio tu consejo. Menos mal que no me gusta cocinar. Y gracias. Saludos.

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