sábado, 17 de abril de 2010

Un enorme interés

Al principio, cuando llegué a España y empecé a vivir aquí, me ponía muy nerviosa cada vez que iba al supermercado. La razón era bien sencilla, en España, el tratamiento que se le da al cliente en caja en totalmente diferente al acostumbrado en Japón.

A continuación voy a explicaros el sistema usado en mi país. Después de escoger los productos que vas a comprar, llevas tu cesta de la compra a la caja. En caso de que haya una cola, respetamos nuestro turno por riguroso orden de llegada, sin importar la cantidad de artículos que compramos, la prisa que llevamos o la edad que vamos acumulando.

Bueno, en cuanto te toca el turno, entregas tu cesta al cajero o a la cajera dejándole los productos que has elegido dentro de la cesta de la compra. Dicha persona saca, de uno en uno, todos los productos que haya dentro de la cesta y pasa el código de barras de cada producto por el lector de la máquina, y uno por uno, mete cada producto en otra cesta.

Después de pasar todos los códigos de barras, el cliente paga el importe total de la cuenta, bien en metálico, o bien con tarjeta. Entonces, como tus productos ya fueron pagados y están en una cesta nueva, puedes llevarlos en esa cesta a un sitio donde, con toda tranquilidad, los metes a tu conveniencia en bolsas de plástico para llevártelos a tu casa.

Lo que pasa es que el sitio donde metemos los productos que compramos y el sitio donde pagamos la cuenta son lugares diferentes. Así que podemos meter los artículos en la bolsa de plástico tranquilamente y a nuestro ritmo. Sin prisas, sin agobios y sin que el vendedor golpee nuestra compra porque se le acumula el trabajo.

Sin embargo, aquí en España, tengo que hacerlo todo a la vez. La primera diferencia es que tengo que sacar los productos que he elegido y colocarlos encima de la cinta trasportadora. La segunda diferencia es que tengo que meter los productos en la bolsa de plástico a toda prisa, es que el cajero o la cajera pasa el código a su ritmo, o sea, que aunque yo no consiga guardar los productos rápidamente, a ellos no les preocupa nada. La tercera diferencia es que tengo que pagar la cuenta aunque todavía no haya terminado de meter los productos dentro de las bolsas de plástico, es decir, no puedo concentrarme bien en ninguna de las dos obligaciones.

La última diferencia es que aunque todavía el sitio para meter las cosas en las bolsas de plástico esté lleno de lo que acabo de pagar, el cajero o la cajera empieza a pasar los productos del siguiente cliente, o sea, a veces los productos se mezclan, se atascan y se amontonan. Es decir, en ese momento, mi pánico es máximo.

Hay que colocar los productos en la cinta, embolsarlos, preparar el dinero, pagar, guardar el cambio y salir zumbando como si acabaras de atracar un banco. Tardé mucho tiempo en desarrollar la maña necesaria para llevar a cabo tantas acciones simultáneas en el supermercado.

Ahora, por fin, estoy acostumbrada, así que no me pongo tan nerviosa como antes en el supermercado. Cada vez que veía a los españoles cómo despachaban su trabajo con tanta desenvoltura, asentía con mi cabeza de pura admiración.

Últimamente, conservo la tranquilidad en la caja del supermercado, aunque todavía no me gusta cocinar. Así que llego a observar las compras de otra gente que está por delante de mi turno. Eso es muy curioso. Por ejemplo, si alguien compra productos que nunca he comprado. O bien, si alguien solamente compra una gran cantidad de yogur. Mi imaginación va aumentando. Estos indicios sobre la vida de los demás hacen que mi imaginación vuele.

Recuerdo un día en que una pareja joven iba por delante de mí. Como ya me sentía muy tranquila en la cola, observé las compras de la pareja. Ellos llevaban seis refrescos de naranja de dos litros, un paquete de patatas congeladas para freír de un kilo, dos paquetes de altramuces y arena para gato.

Fue un sábado, o sea, que al día siguiente el supermercado no estaría abierto. ¿Cómo podrían sobrevivir durante el fin de semana con una compra tal como esa? Ahora, la cola de la caja estimula mi curiosidad y me he vuelto una gran observadora.




El almuerzo de hoy de 17 de abril de 2010:
Aperitivo de remolacha con cebolla.
Sopa de tomate con pasta mariposa, zanahoria, apio, repollo y beicon.
Bizcocho con almendras para el desayuno y la merienda.
Elaborado entre fogones por Macarena.

4 comentarios:

  1. Ah un tema muy interesante, yo he conseguido sistematizar todo el proceso y lo hago a tal velocidad que la cajera se queda impresionada cuando termina de pasar los productos y yo ya tengo todo metido en la mochila y el dinero listo. El truco es poner las cosas en la cinta en el orden en el que es más fácil meterlos en la mochila.

    De todas maneras yo también echo de menos el espacio ese para pasar las cosas del carrito a las bolsas que hay en todos los supermercados de Alemania o en algunos de aquí.

    Ya veo que compartimos inquietudes. Un saludo!

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  2. Uhhm, interesante. Pues me parece muy acertado lo del espacio para guardar los productos en bolsas tranquilamente. Yo también me estreso, sobre todo cuando hago compras muy grandes. Pero luego pienso, ¡ni que fuera culpa mía! Y si alguien tiene que esperar pues lo siento mucho. En algunos supermercados la/el cajera/o te ayuda a guardar las cosas en las bolsas una vez ha pasado toda tu compra por el escaner.

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  3. Espera, me he acordado de otra cosa que odio del supermercado. Qué me decís de ese momento en el que abren una nueva caja y la cajera dice "pasen por orden de cola" y todo el mundo corre en estampida hacia la nueva caja a tomar posiciones a codazos. Me parece lamentable, de una falta de educación extrema. Yo opto por quedarme en la cola en la que estoy, así me ahorro discusiones innecesarias.

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  4. Hola, Biruvito. ¡Qué inteligente! Tu manera de poner los productos en la cinta es muy útil para no tener pánico. Últimamente, yo utilizo el carro del supermercado en vez de la cesta. Meto mis productos en el carro y después, con tranquilidad, los meto en mi bolsa o en mi carrito. Para mí merece la pena, aunque tenga que mover la compra dos veces. Saludos.

    Hola, David. Aquí en España he tenido muchas dificultades en el supermercado. Es un sitio muy complicado. Como soy japonesa, me siento responsable e incómoda porque mucha gente espera a que termine de retirar toda mi compra de la caja. Y el resultado es que me entra el pánico. Sobre todo en cuanto pronuncian su famoso “pasen a esta caja por el mismo orden”, yo tengo la misma opinión que tú. Me quedo en la misma caja para evitar cualquier enfrentamiento absurdo. Hay mucha gente mal educada. Cuando se precipitan para conseguir ser los primeros de la nueva cola, se percibe una tensión extrema en el ambiente. Me da mucho miedo y me quedo atónita por su comportamiento. Saludos.

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